martes, 11 de noviembre de 2014

August Sander (1876-1964) [Ninci-Ordoñez-Rosa-Senn]



Tecnicatura Superior en Fotografía
Historia de la Fotografía

1° Año-  Turno Noche
Instancia Evaluativa Nº 4

August Sander
"La esencia de toda la fotografía es un documental sobre la naturaleza"





Integrantes:
-          Sabrina Rosa
-          Joaquín Senn
-          Monserrat Ordoñez
-          Paola Ninci






1.       Biografía
August Sander fue un fotógrafo alemán nacido en Altenkirchen, en 1876 y fallecido en Köln (Colonia, en alemán) en 1964. Se lo recuerda principalmente por sus retratos, sobre todo por los que conforman su serie “Hombres del siglo XX”. Dicha serie intenta catalogar la sociedad alemana durante la República de Weimar, y se divide en siete secciones: campesinos, comerciantes, mujeres, clases y profesiones, artistas, la ciudad y el pasado: los sin hogar, y veteranos de guerra.
Mientras trabajaba en una mina con su padre, se inició en la fotografía trabajando como fotógrafo para la empresa minera. Posteriormente, su tío le ayuda a comprarse su primer equipo fotográfico y construirse un cuarto oscuro.
Entre 1897 y 1899 realizó el servicio militar como asistente de fotógrafo, y luego viajó por Alemania retratando personas y paisajes. En 1901 comenzó a trabajar en un estudio fotográfico en Linz, del cual más adelante sería el propietario. En 1909 se muda a Colonia y abre un nuevo estudio.
Durante los años 20, se sumó al Grupo de artistas progresistas de Colonia, y comenzó a elaborar un catálogo de la sociedad contemporánea alemana, a través de una serie de retratos.
En 1927, junto con el escritor Ludwing Matha, viajó a Cerdeña durante tres meses, haciendo alrededor de 500 fotografías, pero el diario de estos viajes nunca se completó. En 1929 publica su primer libro “Face of our Time” que contiene una selección de 60 retratos de la serie Retratos del siglo XX.  Esta obra tiene gran resonancia entre el público y particularmente entre intelectuales como Walter Benjamin y Thomas Mann.
Bajo el poderío nazi, su trabajo y su vida personal se limitaron. Encarcelan a su hijo Erich en 1934 y lo condenan a 10 años de cárcel, falleciendo poco antes de la finalización de su condena y del final de la guerra.
Los nazis incautaron su libro y destruyeron sus placas, por lo por lo que pasó a dedicarse a fotografiar la naturaleza y el paisaje.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial se fue de Colonia, trasladándose a una zona rural pero su estudio fue destruido en 1944 durante un bombardeo. Después de la guerra,  registró el testimonio fotográfico de la Colonia destruida mientras que su trabajo se inclinaba progresivamente hacia la fotografía de paisajes y la arquitectura. En el año 1961,  recibió el premio de cultura de la Asociación Alemana de Fotografía.
El archivo más completo de su obra, cerca de 4,500 fotografías originales y más de 10.000 negativos, está en posesión de la Fundación Cultural de la Caja de Ahorros de Colonia, que, periódicamente, organiza exposiciones.

2.       Contexto Histórico
El régimen Nazi no se sentía cómodo con la idea de un catálogo que mostrara al pueblo alemán tal cual era, ya que buscaba dar una imagen de raza aria y utópica. Esto, sumado a que su hijo Erich pertenecía al Partido Comunista Alemán generó un acoso por parte del Tercer Reich contra Sander.
En una suposición más detallada del hostigamiento sufrido por Sander se tendría en cuenta que uno de los retratados era Paul Frölich, cofundador del Partido Socialista Obrero; por otro lado, hay que tener en cuenta que ninguna de las figuras más importantes del partido Nazi estaba incluida en el catálogo; de todas formas, lo más probable es que la razón real por la cual el partido Nazi confiscó su libro y destruyó sus placas sea una combinación de las hipótesis anteriores.
Sander logró esconder de los nazis una importante cantidad de negativos, en el sótano de su casa, antes de mudarse a Kunchhausen. Así mismo, dichos negativos fueron destruidos junto con su estudio durante un bombardeo a manos de los aliados.
Sin embargo el peor golpe para Sander fue la pérdida de su hijo Erich que había sido sentenciado a diez años de cárcel, y que apenas a 12 meses de obtener la libertad enfermó y falleció por negligencia y abandono en el centro penitenciario.
Sander no abandonó su práctica fotográfica pero cambió radicalmente de sujeto para abordar el paisaje romántico en la región de Westerwalf.
3.       Influencias
A comienzos del Siglo XX, la tecnología no solamente había transformado el mundo sino que también la concepción entera de la vida giraba ahora en torno a la técnica. La relación hombre-máquina dio el verdadero inicio al nuevo siglo y el modernismo comenzó a tomar forma para terminar constituyéndose en una de las fuerzas artísticas más poderosas en la historia. Dentro de las artes, la fotografía comenzó a tener protagonismo y adquiría un lenguaje particular que no necesitaba de la pintura.


August Sander madura fotográficamente su trabajo en las primeras dos décadas del siglo XX, y enseña su trabajo a los llamados “Progresistas de Colonia”  quienes lo reciben con gran entusiasmo.
Así, comienza a tomar forma la denominada “Nueva Objetividad”, corriente que encuentra su fundamento en las posibilidades técnicas que brinda la fotografía, especialmente en relación a la nitidez de la imagen, al uso de la luz para destacar las formas y las texturas, permitiendo generar efectos y miradas sobre objetos cotidianos que antes eran inesperados. De esta corriente, surgieron fotógrafos de gran importancia tales como Willi Zielke, Hans Finsler, Werner Mantz, Hein Gorny, John Heartfield, Walter Peterhans, Helmar Lerski o Josef Sudek.  Sin embargo, las máximas figuras del movimiento fueron August Sander, Albert Renger-Patzch y Karl Blossfeldt.
La Nueva Objetividad pretendía dar, literalmente, nueva luz a lo cotidiano. En el caso del fotógrafo Renger-Patzch a través de objetos de uso diario como utensilios de cocina, válvulas, tubos, etc.  Karl Blossfeldt, por su parte, trabaja con el uso de formas de hierro fundido que terminan en las estructuras de las plantas (naturaleza) y August Sander pone su atención en el paisaje humano.
La Nueva Objetividad promueve el uso de los procesos fotográficos y sus técnicas con una precisión exhaustiva, y siendo Sander un fotógrafo experimentado, esta filosofía encajaba también con su carácter ordenando y sistemático.  Sander destacaba la “sinceridad” que caracterizaba a la fotografía y rechazaba el uso de efectos y otros modos de intervención fotográfica, promovía el uso de un enfoque nítido y de contenido documental, en contraposición a lo que sostenía el pictorialismo.

Todas las elecciones de Sander están dirigidas a la minuciosidad y a la precisión formal: desde el empleo de negativos grandes hasta la captura de la gama tonal, “… incluso la impresión sirve para acrecentar la sensación de neutralidad, al aplanar todas las diferencias en la densidad de los negativos creando un tono medio uniforme. En Sander la fotografía parece ser ante todo un sistema de medición que un medio de transmisión de valores artísticos…”[1]

 


4.       El Retrato y la fotografía etnológica
En Europa, la fotografía de crítica social se desarrolla de manera diferente a la que adopta en los Estados Unidos, en parte debido al contexto político de algunos países, tales como Alemania, España e Italia y a la llegada de gobiernos totalitarios. [2]
En sus comienzos, el trabajo de los retratistas se desarrollaba por encargo, y en algunos casos podía a llegar a realizarse una especie de “inventario” de un pueblo determinado, pero no de manera deliberada y sistemática.
Posteriormente, durante la primera mitad del siglo XX, los retratistas llevan adelante un exhaustivo trabajo sobre la condición social de los pueblos, así como una crítica a los hechos políticos y a sus consecuencias sobre la vida de las personas, lo que constituía un gran testimonio para esa época y para generaciones futras.[3]
August Sander, considerado el maestro del género, realiza entre los años 1910 y 1930 un detallado trabajo sobre la sociedad alemana. Pierre-Jean Amar, en su trabajo sobre el fotoperiodismo, considera que “estas imágenes muy objetivas y muy clásicas tienen el poder de transformar a cada grupo o a cada individuo fotografiado en un arquetipo con valor simbólico. Siempre respetuoso de aquellos a quien observa, su mirada suele ser a veces crítica-como la que propone sobre los primeros nazis o ciertos personajes inquietantes como el maestro con su perro lobo-o llena de compasión cuando fotografía a los niños ciegos de un instituto especializado”.[4]
Su proyecto, denominado “Hombres del Siglo XX”, consistía en realizar un inventario de la población a escala nacional (en Alemania), representando las “diferentes categorías de individuos, los diferentes ambientes profesionales, sociales, étnicos”, con el objetivo de “mostrar un país desde el punto de vista de la diversidad”. [5]
Parte de su trabajo es publicado en el año 1929 en un álbum denominado “Rostros de Hoy”, pero el resto de su trabajo, que pretendía mostrar a Alemania desde el punto de vista de su diversidad, fue censurado por los nazis quienes pretendían la unificación racial del país, por lo que a partir de 1934 se dedicó a realizar fotografía de paisaje durante todo el período de auge del nazismo.  A finales de la Segunda Guerra Mundial, gran parte de sus negativos se pierde en un incendio.
Con respecto a su obra, es posible mencionar siguiendo a Bauret, que “lo que resulta sorprendente en toda la gente fotografiada en la actividad de cada uno, es la relación que se puede establecer entre la imagen y lo que se sabe de ellos, por ejemplo a través del pie de foto, más que la expresión de su personalidad”.[6] Este autor considera que el trabajo de Sander se caracteriza por una notable modernidad en lo que respecta a los objetivos que se propuso el autor, ya que las fotografías constituyen el retrato de un pueblo, prácticamente anónimo, donde cada fotografía es parte de una serie en la que cada imagen no posee valor en sí misma, sino en relación con los otros elementos de la serie.
La función de la fotografía es la de constatación, ya que releva la existencia de un pueblo que vivía en un lugar y en una época determinada, y “ese relevamiento es tanto más fuerte en la medida en que es directo, sin artificio, sin puesta en escena”.[7] Sander captaba a cada personaje en su vida cotidiana, en su lugar de trabajo, aunque seguramente luego de la toma, cada uno volvía a su vida cotidiana. “Precisamente por el hecho de detener el tiempo de manera provisional, el desenvolverse de la vida, la fotografía pone en relieve, paradójicamente, el antes y el después, así como también deja entrever el fuera de campo”.  [8]
La fotografía de Sander tiene así un poder evocativo, ya que genera en el observador el deseo de reconstruir e imagina toda la vida del retratado, a partir de visualizar sólo uno de sus momentos congelado en el retrato.

 

5.       Técnica Utilizada

Las decisiones técnicas y formales que toma Sander no solamente le ayudan a conformar un estilo, también determinan en muchos sentidos los resultados con las personas a las que fotografía. Utiliza placas de gran formato, y durante toda su vida llevaba consigo una vieja cámara Ernemann, junto con placas de vidrio 8 x 12 y 18 x 24 cm.
Esta elección del negativo grande no es casual. Aunque en esa época se disponía de cámaras portátiles de 35mm de negativo pequeño (las Leicas existían desde 1914), las posibilidades de un negativo grande siempre ha implicado un nivel de detalle mayor, adecuado para una fotografía de gran precisión como la de Sander.
August Sander era un hombre disciplinado cuyo método y costumbres lo hacen trabajar con gran exactitud. Sander construye ese efecto de impersonalidad por medio de una serie de criterios formales: nitidez, frontalidad, encuadre simplificado, pose consciente y estatismo casi rígido de los modelos. Todos esos rasgos, heredados de las convenciones del retrato de estudio, son ahora elevados a la categoría de preceptos estéticos, colocados por Sander bajo el estandarte de la «fotografía exacta.» El recurso a la serie estandarizada consolida aún más la impresión de neutralidad.”[9]
Pareciera que Sander transporta el estudio hasta la locación donde va a realizar los retratos. Primero con su cámara de formato grande y por otra parte por el tratamiento que da a sus fotografías. Es como si el fotógrafo llevara a cuestas el atelier.
Con su militancia propia de un hombre meticuloso y disciplinado trabaja conscientemente con una finalidad casi biológica, intenta no decidir sobre lo bueno o lo malo y esta falta de sentido moralista dogmático es, posiblemente, lo que le acerca de una forma evidente al realismo, a ese sentido del retrato casi arquetipo o modelo. No es fotografía comprometida con la política, es comprometida con la realidad, con la calidad, con la pulcritud, con la disciplina, con el trabajo, etc. …”August ostenta “…cualidades como el estudio de la realidad, la autenticidad plástica y un pensamiento fotográfico conceptualmente muy organizado.”[10]



6.       La geografía humana


Fue en el año 1920, una vez que ya estaba plenamente establecido como retratista de estudio, cuando emprendió un ambicioso proyecto: mostrar al Hombre del Siglo XX. No está totalmente aclarado cómo fue que Sander convirtió a la persona en su obsesión pero aparentemente tenía una habilidad excepcional para lograr una empatía con su clientela y sus modelos. El fotógrafo decidió crear una colección  de arquetipos.
Su trabajo pretendía ser  documento y reflejo social de aquella época, sin idealizar a las personas representadas ni dar de ellas una imagen restrictiva en la perspectiva de cualquier ideología. Sander se plantea entonces una gran obra a la que titularía "Menschen des 20. Jahrhunderts" (Hombres del siglo XX). Su objetivo era crear un catálogo del ser humano del nuevo siglo incluyendo todas las gamas sociales desde campesinos hasta intelectuales, hombres, mujeres, niños, etc.
Sander lanza esta campaña «desde la observación directa», desde una observación sin prejuicios, incluso audaz y, al mismo tiempo, delicada.
El fotógrafo decidió crear un catálogo tipológico sobre los habitantes (estereotipos-arquetipos) de Alemania.  Aunque parecía una empresa colosal la aproximación resultó eminentemente práctica: Se acercó a sus clientes, familias que ya conocía previamente así como espacios y ambientes que le eran familiares.
“…fotografió realmente lo que tenía delante de los ojos y concentró su trabajo fotográfico en los círculos que le eran familiares o cuyas condiciones de vida conocía bien. Muchos retratados pertenecen al estrecho círculo de sus amistades, como el grupo ya citado de los progresistas de Colonia, o proceden de la clientela fiel que recurría a él en las circunstancias más diversas.”[11]
Esta es una enseñanza importante de Sander: En nuestro mundo actual una obra de tal magnitud sería emprendida con ánimos viajeros. Sin embargo August inicia por lo que tiene a la mano. Con su equipo atado a su bicicleta, atravesó las tierras donde había crecido en busca de sujetos. Esta es una exhortación de Sander para el fotógrafo del siglo XXI: Trabajar con lo que se tiene disponible, a lo que se tenga acceso sin despreciar nunca la cotidianidad que nos rodea. Esta lección la aprendió excepcionalmente bien Walker Evans, uno de sus seguidores.
El propio Sander declaró que: “Los personajes de la carpeta surgieron de mi patria chica, Westerwalf.  Personas cuyas costumbres conocía desde mi juventud me parecieron apropiadas, por su vinculación a la naturaleza, para materializar mi idea en una carpeta original.”
Hombres del siglo XX fue un trabajo que duró décadas. En 1929 publicó un primer adelanto titulado Antlitz der Zeit  (Rostro de este tiempo). “El resultado iba a ser una crónica fotográfica de la sociedad contemporánea que, más allá de sus significación sociohistórica, conserva una densidad y fuerza asombrosas.”
Este fotógrafo se convirtió en el creador del catálogo tipológico humano por excelencia y lo hizo de manera metódica y sistemática.  Efectivamente, Menschen des 20. Jahrhunderts se convirtió en un documento visual de la identidad europea de una sociedad moderna o, mejor dicho, producto del modernismo. El mismo Walter Benjamin declaró que “La obra de Sander es más que un libro de fotografías: es un atlas de ejercicios.”



7.       El alma del retrato
Existe la idea de que el fotógrafo ha de plasmar el alma del sujeto en un retrato. Aunque los partidarios de la Nueva Visión aportaron grandes avances estilísticos al cambiar el aspecto de las fotografías de un modo espectacular, la idea de que un buen retrato podía y debía revelar el carácter y el alma resultó ser notablemente difícil de erradicar de la imaginación popular durante todo el siglo.
Sander trabajó el retrato hasta elevarlo a nuevas alturas, no solamente en los aspectos técnicos. Este género implica mucho más que el mero conocimiento de la cámara, es por encima de todo una construcción social donde un sujeto acuerda con el fotógrafo cómo ha de lucir ante el mundo.
Se trata de una construcción colectiva cuyo resultado depende tanto del fotógrafo como del fotografiado. No se trata de tomas “cándidas”, robadas ni tomadas al vuelo. Para comenzar, la elección de instrumento de trabajo de August lo impedía:
“… [la cámara Ernemann con placas de vidrio 18 x 24 cm] requiere tiempos de exposición extremadamente lentos, de 2 a 4 segundos, por lo que a diferencia de las instantáneas, cada foto es el resultado de una larga pose: el sujeto es capturado por tanto, no por sorpresa, sino que ayuda a definir la pose, transmitiendo unos momentos de su propios pensamientos y que expresan una intención deliberada.”[12]
No estamos ante la estética de la instantánea, sino ante un trabajo fotográfico calculado, medido, cuidadosamente ponderado. En los sujetos de Sander rara vez asoma una sonrisa o un rostro relajado. No es el resultado de una tensión entre los actores del retrato, ni una contención interior del sujeto.
Esos dos o cuatro segundos producen un resultado positivo: “más que la forma en la que habrían querido ser representados [los sujetos], revelan lo que es típico de sí mismos.”
Así pues, Sander no daba una estilización a sus retratados ni les ponía en un fondo decorado hecho para lograr un efecto particular. En realidad Sander “había desarrollado una mirada muy precisa e intuitiva para plasmar la tipicidad y diversidad de la expresión humana”, donde “los sujetos están definidos de manera exclusiva por sus roles”. En un primer examen los retratos no parecen indicar intimidad alguna, no aparecen señales de emoción ni gestualidad.
Sin embargo, se trata de un proceso pausado. El sujeto tiene algunos segundos y en ellos sale a la luz su interior, y es como si el fotógrafo participara de un autorretrato de sus propios fotografiados.

La Nueva Objetividad vuelve a salir a flote: “La implacable consistencia de su enfoque –la similitud del encuadre entre una y otra imagen- es parecida a lo que ocurría con la daguerrotipia. Este renunciar al «estilo» es una elección consciente que apunta que el fotógrafo se ve a sí mismo como a un técnico que aplica la misma plantilla en cada sesión de retrato. La cámara se usa como un dispositivo para grabar.”
Como ya se mencionó, Sander no pretendía hacer un retrato en sentido estricto ni mucho menos hacer que aflorara el alma individual de cada sujeto. Su mente y corazón están puestos en el Gran Catálogo Tipológico. Incluso declaró: “No tengo la intención de criticar ni de describir a esta gente.”  Y es que  “Sander no estaba buscando secretos, estaba observando lo típico.”
Sander como retratista… exhibe un fino equilibro entre la observación social y la introspección psicológica, entre el intelecto del autor y sus sentimientos.” [13]
La obra del fotógrafo requiere ser vista como un conjunto, como un corpus, pues se trata de una serie donde cada imagen dota de sentido a la próxima. La re-lectura es un medio obligado para entender todas las capas, complejidades y problematizaciones que plantea el autor.
Las fotografías cuya polisemia, su diversidad de sentidos es más complicada, son las que invitan a una lectura más profunda que trasciende lo meramente icónico, y son las que han perdurado a lo largo de la historia. Tal característica está presente en el trabajo de Sander,  que en la superficie aparenta simpleza pero que es sumamente complejo.
                

Un ejercicio de intervención donde se trabaja la simetría en la fotografía de Sander realizada al pintor Anton Raderscheidt (1926)
Sander se enfrentó a esa tarea, fruto de sus ideas, no como científico ni tampoco asesorado por sociólogos, sino confiando en su capacidad de observación. Sugirió, al igual que los Becher, una contemplación comparativa, abogando con insistencia por una fotografía documental, que para él suponía lo contrario de la forma de representación «impresionista», «estropeada por métodos artificiales». El compendio refleja un sincronismo casi fantasmal.”[14]
Peter Stepan afirma que “Además de su integridad sistemática, los retratos de Sander tiene un rigor y una penetración que los coloca entre las obras más significativas de la historia de la fotografía.”[15]

8.       ¿Nueva subjetividad?

A pesar de esta intención de objetividad, Sander crea con su obra un gran autorretrato de sus propias subjetividades. Aunque podría parecer que el fotógrafo logra reunir a un panorama completo de la sociedad alemana que abarca desde el agricultor hasta el pobre o desvalido, pasando por artistas, mujeres, aristócratas e intelectuales, lo que realmente termina apareciendo en su obra es cómo él mismo encarna las grandes virtudes alemanas: determinación, precisión, puntualidad, diligencia, orden pero también los recelos como la neofobia.
La supuesta objetividad de August Sander dista mucho de ser eso. De hecho  su trabajo reafirma que el fotógrafo no puede crear una obra totalmente impoluta: “Las tendencias políticas de Sander se filtran en el proyecto –y en su beneficio-. Por sus fotos sabemos con quién simpatizaba, lo que demuestra que la fotografía documental, por muy objetiva que sea, siempre contiene un punto de vista.” La fotografía de Sander “escapa a su manifiesta intención y es entonces cuando se vuelve más interesante.”
Sander pretendió realizar una especie de atlas de los “tipos humanos alemanes”, pertenecientes a diferentes clases sociales. Sin embargo, no perseguía en su trabajo retratar la personalidad individual sino a personas representativas de diferentes profesiones, oficios o negocios, además de integrantes de grupos sociales y políticos. [16]
Dice  Susan Sontag, en su reconocido libro “Sobre la Fotografía”, que algunos fotógrafos se erigen en científicos, y otros en moralistas. Los primeros, los fotógrafos científicos, hacen un inventario del mundo, los moralistas, concentran su trabajo en casos concretos. Dentro del primer grupo, la autora hace referencia al trabajo de Sander, ya que “los retratos arquetípicos (como él los llamaba) de Sander implicaban una neutralidad pseudocientífica análoga a la de esas ciencias tipológicas, solapadamente tendenciosas, que florecieron en el siglo XIX, como la frenología, la criminología, la psiquiatría y la eugenesia”.[17]
Sontag considera que la mirada de Sander es tolerante e imparcial, ya que está buscando a través de ella lo típico, para él la sociedad no tiene misterios, “se proponía arrojar luz sobre el orden social atomizándolo en un número indefinido de tipos sociales”.[18] Los nazis, cuando censuran el proyecto y destruyen el material fotográfico, lo acusan de ser antisocial, ya que según Sontag lo que resultaba molesto para este régimen era “la idea del fotógrafo como un censista impasible cuya integridad de registro volvería superfluo todo comentario, y aún todo juicio”. [19]
Resulta interesante que a diferencia de la mayoría de las fotografías con intención documental, que se interesan por temas que reflejan la denuncia social, lo extraño, la pobreza, el trabajo de Sander es diferente ya que incluye trabajadores burócratas, obreros, damas de sociedad, soldados, gitanos, mineros, etc.  Sin embargo, aún en esta diversidad, Sontag considera que el trabajo de Sander posee cierto “paternalismo clasista”, ya que aún sin proponérselo deliberadamente, Sander ajustaba el estilo de la fotografía al rango social de la persona que fotografiaba. “Los profesionales y los ricos suelen fotografiarse en interiores sin aditamentos. Hablan por sí mismos. Los obreros y desclasados suelen estar fotografiados en un escenario (a menudo exterior) que los ubica, que habla en su nombre, como si no pudiera suponérseles la personalidad definida que se desarrolla normalmente en las clases media y alta”.
Es decir que en la obra de Sander, cada persona está en el lugar que debe ocupar, y todos son fotografiados con la misma imparcialidad y distancia.
Concluye Sontag en que “pese al realismo de clase, se trata de una de las obras más auténticamente abstractas de la historia de la fotografía”. [20]
9.       El reencuentro
Una vez pasada la guerra, llegó para August Sander un momento de redescubrimiento: L. Fritz Gruber organizó en Colonia la segunda entrega de la prestigiosa  Photokina.  Era 1951 y durante la exposición fotográfica se mostraron alrededor de 100 placas de Sander de una serie a la que llamó Köln wie es war (Colonia antes de la guerra). Esta exhibición “…le aportó no sólo un contacto renovado y ampliado con el público de su patria de adopción, sino también una nueva audiencia entre los medios profesionales especializados.”
Por esos mismos años Edward Steichen estaba organizando la que sería la exposición fotográfica más importante de la historia: la mítica The Family of Man (La Familia del Hombre).  Este gran recuento del hombre y su vida hicieron que Edward Steichen buscara a Sander para incluir sus fotografías tipológicas. Los ocho millones de visitantes a la exposición y los 63 países donde se exhibió ofrecieron al público la oportunidad de redescubrir la obra de Sander.
Por otra parte, a finales de la década de 1959 se publicó el trabajo de Sander en la revista Du, editada por el suizo Manuel Gasser. Gracias a este hecho “se redescubrió el talento de Sander y desde entonces sus imágenes siguen alimentando la imaginación de la fotografía.”
Para inicios de los sesenta August Sander era un fotógrafo conocido, galardonado y mundialmente revalorado. Falleció en 1964 a los 88 años debido a una apoplejía.

                              
Colonia antes de la guerra. August Sander.
Colonia Antes de la Guerra. Kölnisches Stadtmuseum, August Sander, Vintage-Print, Mappe 7, Blatt 13, Rathausturm mit Blick auf den Rhein
Colonia antes de la guerra. August Sander.

10.   El legado de August Sander
En muchos sentidos Sander fue una suerte de Eugène Atget alemán, y las comparaciones entre los dos fotógrafos son muchas. Ambos utilizaron cámaras un tanto anticuadas (más en el caso de Atget) de negativo grande y largos tiempos de obturación. Atget preservó en su trabajo al Viejo París, Sander hizo algo parecido con Colonia antes de la guerra. Atget trataba de crear documentos referenciales de espacios y cosas, Sander lo obtuvo de expresiones, roles y en conjunto de los arquetipos germánicos.
La obra de Sander ofrece un complejo sistema de signos sociales, culturales e históricos.  Sander logró plasmar  las virtudes alemanas vertidas no solamente en la humilde trapeadora, la víctima de una bomba, una pareja de enanos, encopetados burgueses, mujeres intelectuales, desenfadados artistas o afanosos trabajadores.

Su trabajo resultó inspirador de algunos de los más grandes talentos del siglo XX, como Diane Arbus, Irving Penn, Richard Avedon o  Bernd & Hilla Becher.
Sander pretendió crear un catálogo de los tipos sociales en el pueblo alemán, objetivo nada fácil de alcanzar. Pero lo que sí logró fue retratar el espíritu de su tiempo. Y en tal sentido Sander lanza un reto a todos los fotógrafos que habríamos de sucederle: ¿Cómo lograr sintetizar el espíritu del tiempo que a cada uno nos ha tocado vivir? Eso fue lo que logró plasmar August Sander con gran precisión en negativos de 18 x 24 centímetros.

11.   Bibliografía
-          Sitios de Internet

Óscar Colorado Nates "August Sander y el espiritu del tiempo" Oscar en fotos.com Reflexiones e ideas en torno a la fotografía.  Marzo 30 del  2013 Fecha de consulta: 20.08.2014

CADA DÍA UN FOTÓGRAFO/FOTOÓGRAFOS EN LA RED. "August Sander" Ed.28 de abril del 2010. Fecha de consulta: 21.09.2014

-          Recursos
Mount Saint Vincent Art Gallery, Catálogo de la Muestra “August Sander: Objective Romantic”.
Fecha de consulta: 21-09-2014

Fundación MAPFRE “Encuentros con la historia de la fotografía. El siglo XX (1): La moderna belleza del mundo”.August Sander y la posteridad.
Presentación de Kerstin Stremmel.
Fecha de consulta: 21-09-2014

-          Libros
Amar, Pierre – Jean. “El Fotoperiodismo”. La Marca Editora, Buenos Aires, 2005.
Bauret, Gabriel. “De la Fotografía”. La Marca Editora, 2da Edición, Buenos Aires, 2010.
Newhall, Beaumont. “Historia de la Fotografía”. Editorial Gustavo Gilli, Barcelona, 2002.
Sontag, Susan. “Sobre la Fotografía”. Ed. Alfaguara.






[2] Amar, Pierre-Jean. “El Fotoperiodismo”.
[3] Amar, Pierre-Jean.
[4] Amar, Pierre-Jean, pág. 47.
[5] Bauret, Gabriel. Pág. 66.
[6] Bauret, G. Pág. 67.
[7] Bauret, G. Pág. 67.
[8] Bauret, G. Op.cit. pág. 67.
[9] Gunthert André, Poivert Michel, El arte de la fotografía. Edit. Lunwerg Editores, S.A., Barcelona, 2009, pág. 379.
[10] Alfaro I Hernández Andreu en Fernández Nacho (Coord.), August Sander. Retratos. La mujer en el proyecto Hombres del Siglo XX. Edit. La Fábrica Editorial, Madrid, 2002, pág. 17.
[11] Lange Susanne (Introd.) op. cit., pág. 11.
[12] Guadignini Walter (Ed.), op. cit. pág. 151
[13] Lange Susanne en Fernández Nacho (Coord.), Op. cit.pág. 11
[14] Becher Bernd & Hilla, Tipologías. Edit. Patronato de la Fundación Telefónica, Madrid, 2005, pág. 17
[16] Newhall, Beaumont. Historia de la Fotografía. pág. 246.
[17] Sontag, Susan. Sobre la Fotografía, pág. 90.
[18] Sontag, S. pág. 91.
[19] Sontag. S. Op. Cit. Pág. 91.
[20] Sontag, S. Pág. 93. 

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