Tecnicatura Superior en Fotografía
Historia de la Fotografía
1° Año-
Turno Noche
Instancia Evaluativa Nº 4
August Sander
"La esencia de toda la fotografía es un
documental sobre la naturaleza"
Integrantes:
-
Sabrina
Rosa
-
Joaquín
Senn
-
Monserrat
Ordoñez
-
Paola
Ninci
1.
Biografía
August
Sander fue un fotógrafo alemán nacido en Altenkirchen, en 1876 y fallecido en
Köln (Colonia, en alemán) en 1964. Se lo recuerda principalmente por sus
retratos, sobre todo por los que conforman su serie “Hombres del siglo XX”.
Dicha serie intenta catalogar la sociedad alemana durante la República de
Weimar, y se divide en siete secciones: campesinos, comerciantes, mujeres,
clases y profesiones, artistas, la ciudad y el pasado: los sin hogar, y
veteranos de guerra.
Mientras
trabajaba en una mina con su padre, se inició en la fotografía trabajando como
fotógrafo para la empresa minera. Posteriormente, su tío le ayuda a comprarse
su primer equipo fotográfico y construirse un cuarto oscuro.
Entre
1897 y 1899 realizó el servicio militar como asistente de fotógrafo, y luego
viajó por Alemania retratando personas y paisajes. En 1901 comenzó a trabajar
en un estudio fotográfico en Linz, del cual más adelante sería el propietario.
En 1909 se muda a Colonia y abre un nuevo estudio.
Durante
los años 20, se sumó al Grupo de artistas progresistas de Colonia, y
comenzó a elaborar un catálogo de la sociedad contemporánea alemana, a través
de una serie de retratos.
En 1927,
junto con el escritor Ludwing Matha, viajó a Cerdeña durante tres meses,
haciendo alrededor de 500 fotografías, pero el diario de estos viajes nunca se
completó. En 1929 publica su primer libro “Face of our Time” que contiene una
selección de 60 retratos de la serie Retratos del siglo XX. Esta obra tiene gran resonancia entre el
público y particularmente entre intelectuales como Walter Benjamin y Thomas
Mann.
Bajo
el poderío nazi, su trabajo y su vida personal se limitaron. Encarcelan a su
hijo Erich en 1934 y lo condenan a 10 años de cárcel, falleciendo poco antes de
la finalización de su condena y del final de la guerra.
Los
nazis incautaron su libro y destruyeron sus placas, por lo por lo que pasó a
dedicarse a fotografiar la naturaleza y el paisaje.
Cuando
estalló la Segunda Guerra Mundial se fue de Colonia, trasladándose a una zona
rural pero su estudio fue destruido en 1944 durante un bombardeo. Después de la
guerra, registró el testimonio
fotográfico de la Colonia destruida mientras que su trabajo se inclinaba
progresivamente hacia la fotografía de paisajes y la arquitectura. En el año
1961, recibió el premio de cultura de la
Asociación Alemana de Fotografía.
El
archivo más completo de su obra, cerca de 4,500 fotografías originales y más de
10.000 negativos, está en posesión de la Fundación Cultural de la Caja de
Ahorros de Colonia, que, periódicamente, organiza exposiciones.
2. Contexto Histórico
El
régimen Nazi no se sentía cómodo con la idea de un catálogo que mostrara al
pueblo alemán tal cual era, ya que buscaba dar una imagen de raza aria y
utópica. Esto, sumado a que su hijo Erich pertenecía al Partido Comunista
Alemán generó un acoso por parte del Tercer Reich contra Sander.
En
una suposición más detallada del hostigamiento sufrido por Sander se tendría en
cuenta que uno de los retratados era Paul Frölich, cofundador del Partido
Socialista Obrero; por otro lado, hay que tener en cuenta que ninguna de las
figuras más importantes del partido Nazi estaba incluida en el catálogo; de
todas formas, lo más probable es que la razón real por la cual el partido Nazi
confiscó su libro y destruyó sus placas sea una combinación de las hipótesis
anteriores.
Sander
logró esconder de los nazis una importante cantidad de negativos, en el sótano
de su casa, antes de mudarse a Kunchhausen. Así mismo, dichos negativos fueron destruidos
junto con su estudio durante un bombardeo a manos de los aliados.
Sin
embargo el peor golpe para Sander fue la pérdida de su hijo Erich que había
sido sentenciado a diez años de cárcel, y que apenas a 12 meses de obtener la
libertad enfermó y falleció por negligencia y abandono en el centro
penitenciario.
Sander
no abandonó su práctica fotográfica pero cambió radicalmente de sujeto para
abordar el paisaje romántico en la región de Westerwalf.
3. Influencias
A
comienzos del Siglo XX, la tecnología no solamente había transformado el mundo
sino que también la concepción entera de la vida giraba ahora en torno a la
técnica. La relación hombre-máquina dio el verdadero inicio al nuevo siglo y el
modernismo comenzó a tomar forma para terminar constituyéndose en una de las
fuerzas artísticas más poderosas en la historia. Dentro de las artes, la
fotografía comenzó a tener protagonismo y adquiría un lenguaje particular que
no necesitaba de la pintura.
August
Sander madura fotográficamente su trabajo en las primeras dos décadas del siglo
XX, y enseña su trabajo a los llamados “Progresistas de Colonia” quienes lo reciben con gran entusiasmo.
Así,
comienza a tomar forma la denominada “Nueva Objetividad”,
corriente que encuentra su fundamento en las posibilidades técnicas que brinda
la fotografía, especialmente en relación a la nitidez de la imagen, al uso de
la luz para destacar las formas y las texturas, permitiendo generar efectos y
miradas sobre objetos cotidianos que antes eran inesperados. De esta corriente,
surgieron fotógrafos de gran importancia tales como Willi Zielke, Hans Finsler,
Werner Mantz, Hein Gorny, John Heartfield, Walter Peterhans, Helmar Lerski o
Josef Sudek. Sin embargo, las máximas
figuras del movimiento fueron August Sander, Albert Renger-Patzch
y Karl Blossfeldt.
La Nueva
Objetividad pretendía dar, literalmente, nueva luz a lo cotidiano. En el caso
del fotógrafo Renger-Patzch a través de objetos de uso diario como utensilios
de cocina, válvulas, tubos, etc. Karl
Blossfeldt, por su parte, trabaja con el uso de formas de hierro fundido que
terminan en las estructuras de las plantas (naturaleza) y August Sander pone su
atención en el paisaje humano.
La Nueva
Objetividad promueve el uso de los procesos fotográficos y sus técnicas con una
precisión exhaustiva, y siendo Sander un fotógrafo experimentado, esta
filosofía encajaba también con su carácter ordenando y sistemático. Sander destacaba la “sinceridad” que
caracterizaba a la fotografía y rechazaba el uso de efectos y otros modos de intervención
fotográfica, promovía el uso de un enfoque nítido y de contenido documental, en
contraposición a lo que sostenía el pictorialismo.
Todas
las elecciones de Sander están dirigidas a la minuciosidad y a la precisión formal:
desde el empleo de negativos grandes hasta la captura de la gama tonal, “… incluso
la impresión sirve para acrecentar la sensación de neutralidad, al aplanar
todas las diferencias en la densidad de los negativos creando un tono medio
uniforme. En Sander la fotografía parece ser ante todo un sistema de medición
que un medio de transmisión de valores artísticos…”[1]
4. El Retrato y la fotografía
etnológica
En
Europa, la fotografía de crítica social se desarrolla de manera diferente a la
que adopta en los Estados Unidos, en parte debido al contexto político de
algunos países, tales como Alemania, España e Italia y a la llegada de
gobiernos totalitarios. [2]
En sus
comienzos, el trabajo de los retratistas se desarrollaba por encargo, y en
algunos casos podía a llegar a realizarse una especie de “inventario” de un
pueblo determinado, pero no de manera deliberada y sistemática.
Posteriormente,
durante la primera mitad del siglo XX, los retratistas llevan adelante un
exhaustivo trabajo sobre la condición social de los pueblos, así como una
crítica a los hechos políticos y a sus consecuencias sobre la vida de las
personas, lo que constituía un gran testimonio para esa época y para
generaciones futras.[3]
August
Sander, considerado el maestro del género, realiza entre los años 1910 y 1930
un detallado trabajo sobre la sociedad alemana. Pierre-Jean Amar, en su trabajo
sobre el fotoperiodismo, considera que “estas imágenes muy objetivas y muy
clásicas tienen el poder de transformar a cada grupo o a cada individuo
fotografiado en un arquetipo con valor simbólico. Siempre respetuoso de
aquellos a quien observa, su mirada suele ser a veces crítica-como la que
propone sobre los primeros nazis o ciertos personajes inquietantes como el
maestro con su perro lobo-o llena de compasión cuando fotografía a los niños
ciegos de un instituto especializado”.[4]
Su
proyecto, denominado “Hombres del Siglo XX”, consistía en realizar un
inventario de la población a escala nacional (en Alemania), representando las “diferentes
categorías de individuos, los diferentes ambientes profesionales, sociales,
étnicos”, con el objetivo de “mostrar un país desde el punto de vista de
la diversidad”. [5]
Parte de
su trabajo es publicado en el año 1929 en un álbum denominado “Rostros de Hoy”,
pero el resto de su trabajo, que pretendía mostrar a Alemania desde el punto de
vista de su diversidad, fue censurado por los nazis quienes pretendían la
unificación racial del país, por lo que a partir de 1934 se dedicó a realizar
fotografía de paisaje durante todo el período de auge del nazismo. A finales de la Segunda Guerra Mundial, gran
parte de sus negativos se pierde en un incendio.
Con
respecto a su obra, es posible mencionar siguiendo a Bauret, que “lo que
resulta sorprendente en toda la gente fotografiada en la actividad de cada uno,
es la relación que se puede establecer entre la imagen y lo que se sabe de
ellos, por ejemplo a través del pie de foto, más que la expresión de su
personalidad”.[6]
Este autor considera que el trabajo de Sander se caracteriza por una notable
modernidad en lo que respecta a los objetivos que se propuso el autor, ya que
las fotografías constituyen el retrato de un pueblo, prácticamente anónimo,
donde cada fotografía es parte de una serie en la que cada imagen no posee
valor en sí misma, sino en relación con los otros elementos de la serie.
La
función de la fotografía es la de constatación, ya que releva la existencia de
un pueblo que vivía en un lugar y en una época determinada, y “ese
relevamiento es tanto más fuerte en la medida en que es directo, sin artificio,
sin puesta en escena”.[7] Sander
captaba a cada personaje en su vida cotidiana, en su lugar de trabajo, aunque
seguramente luego de la toma, cada uno volvía a su vida cotidiana. “Precisamente
por el hecho de detener el tiempo de manera provisional, el desenvolverse de la
vida, la fotografía pone en relieve, paradójicamente, el antes y el después,
así como también deja entrever el fuera de campo”. [8]
La
fotografía de Sander tiene así un poder evocativo, ya que genera en el
observador el deseo de reconstruir e imagina toda la vida del retratado, a
partir de visualizar sólo uno de sus momentos congelado en el retrato.
5. Técnica Utilizada
Las
decisiones técnicas y formales que toma Sander no solamente le ayudan a
conformar un estilo, también determinan en muchos sentidos los resultados con
las personas a las que fotografía. Utiliza placas
de gran formato, y durante toda su vida llevaba consigo una vieja cámara
Ernemann, junto con placas de vidrio 8 x 12 y 18 x 24 cm.
Esta
elección del negativo grande no es casual. Aunque en esa época se disponía de
cámaras portátiles de 35mm de negativo pequeño (las Leicas existían desde
1914), las posibilidades de un negativo grande siempre ha implicado un nivel de
detalle mayor, adecuado para una fotografía de gran precisión como la de
Sander.
August Sander
era un hombre disciplinado cuyo método y costumbres lo hacen trabajar con gran exactitud. “Sander
construye ese efecto de impersonalidad por medio de una serie de criterios
formales: nitidez, frontalidad, encuadre simplificado, pose consciente y
estatismo casi rígido de los modelos. Todos esos rasgos, heredados de las
convenciones del retrato de estudio, son ahora elevados a la categoría de
preceptos estéticos, colocados por Sander bajo el estandarte de la «fotografía
exacta.» El recurso a la serie estandarizada consolida aún más la impresión de
neutralidad.”[9]
Pareciera
que Sander transporta el estudio hasta la locación donde va a realizar los
retratos. Primero con su cámara de formato grande y por otra parte por el
tratamiento que da a sus fotografías. Es como si el fotógrafo llevara a cuestas
el atelier.
“Con su militancia propia de un hombre
meticuloso y disciplinado trabaja conscientemente con una finalidad casi
biológica, intenta no decidir sobre lo bueno o lo malo y esta falta de sentido
moralista dogmático es, posiblemente, lo que le acerca de una forma evidente al
realismo, a ese sentido del retrato casi arquetipo o modelo. No es fotografía
comprometida con la política, es comprometida con la realidad, con la calidad,
con la pulcritud, con la disciplina, con el trabajo, etc. …”August ostenta
“…cualidades como el estudio de la realidad, la autenticidad plástica y un
pensamiento fotográfico conceptualmente muy organizado.”[10]
6. La geografía humana
Fue en el
año 1920, una vez que ya estaba plenamente establecido como retratista de
estudio, cuando emprendió un ambicioso proyecto: mostrar al Hombre del Siglo
XX. No está totalmente aclarado cómo fue
que Sander convirtió a la persona en su obsesión pero aparentemente tenía una
habilidad excepcional para lograr una empatía con su clientela y sus modelos.
El fotógrafo decidió crear una colección
de arquetipos.
Su
trabajo pretendía ser documento y reflejo
social de aquella época, sin idealizar a las personas representadas ni dar de
ellas una imagen restrictiva en la perspectiva de cualquier ideología. Sander se plantea entonces una gran obra a la que
titularía "Menschen des 20. Jahrhunderts" (Hombres
del siglo XX). Su objetivo era crear un catálogo del ser humano del nuevo siglo
incluyendo todas las gamas sociales desde campesinos hasta intelectuales,
hombres, mujeres, niños, etc.
Sander
lanza esta campaña «desde la observación directa», desde una observación sin
prejuicios, incluso audaz y, al mismo tiempo, delicada.
El fotógrafo
decidió crear un catálogo tipológico sobre los habitantes
(estereotipos-arquetipos) de Alemania. Aunque
parecía una empresa colosal la aproximación resultó eminentemente práctica: Se
acercó a sus clientes, familias que ya conocía previamente así como espacios y
ambientes que le eran familiares.
“…fotografió realmente lo que tenía delante de
los ojos y concentró su trabajo fotográfico en los círculos que le eran
familiares o cuyas condiciones de vida conocía bien. Muchos retratados
pertenecen al estrecho círculo de sus amistades, como el grupo ya citado de los
progresistas de Colonia, o proceden de la clientela fiel que recurría a él en
las circunstancias más diversas.”[11]
Esta es
una enseñanza importante de Sander: En nuestro mundo actual una obra de tal
magnitud sería emprendida con ánimos viajeros. Sin embargo August inicia por lo
que tiene a la mano. Con su equipo atado a su bicicleta, atravesó las tierras
donde había crecido en busca de sujetos. Esta es una exhortación de Sander para
el fotógrafo del siglo XXI: Trabajar con lo que se tiene disponible, a lo que
se tenga acceso sin despreciar nunca la cotidianidad que nos rodea. Esta
lección la aprendió excepcionalmente bien Walker Evans, uno de sus seguidores.
El
propio Sander declaró que: “Los personajes de la carpeta surgieron de mi patria
chica, Westerwalf. Personas cuyas
costumbres conocía desde mi juventud me parecieron apropiadas, por su vinculación
a la naturaleza, para materializar mi idea en una carpeta original.”
Hombres
del siglo XX fue un trabajo que duró décadas. En 1929 publicó un
primer adelanto titulado Antlitz der Zeit (Rostro de este tiempo). “El resultado
iba a ser una crónica fotográfica de la sociedad contemporánea que, más allá de
sus significación sociohistórica, conserva una densidad y fuerza asombrosas.”
Este
fotógrafo se convirtió en el creador del catálogo tipológico humano por
excelencia y lo hizo de manera metódica y sistemática. Efectivamente, Menschen des 20.
Jahrhunderts se convirtió en un documento visual de la identidad europea de
una sociedad moderna o, mejor dicho, producto del modernismo. El mismo Walter
Benjamin declaró que “La obra de Sander es más que un libro de fotografías: es
un atlas de ejercicios.”
7.
El alma del retrato
Existe
la idea de que el fotógrafo ha de plasmar el alma del sujeto en un retrato.
Aunque los partidarios de la Nueva Visión aportaron grandes avances
estilísticos al cambiar el aspecto de las fotografías de un modo espectacular,
la idea de que un buen retrato podía y debía revelar el carácter y el alma resultó ser notablemente difícil de
erradicar de la imaginación popular durante todo el siglo.
Sander
trabajó el retrato hasta elevarlo a nuevas alturas, no solamente en los
aspectos técnicos. Este género implica mucho más que el mero conocimiento de la
cámara, es por encima de todo una construcción social donde un sujeto acuerda
con el fotógrafo cómo ha de lucir ante el mundo.
Se trata
de una construcción colectiva cuyo resultado depende tanto del fotógrafo
como del fotografiado. No se trata de tomas “cándidas”, robadas ni tomadas al
vuelo. Para comenzar, la elección de instrumento de trabajo de August lo
impedía:
“… [la cámara Ernemann con placas de vidrio 18 x 24 cm] requiere tiempos
de exposición extremadamente lentos, de 2 a 4 segundos, por lo que a diferencia
de las instantáneas, cada foto es el resultado de una larga pose: el sujeto es
capturado por tanto, no por sorpresa, sino que ayuda a definir la pose,
transmitiendo unos momentos de su propios pensamientos y que expresan una
intención deliberada.”[12]
No
estamos ante la estética de la instantánea, sino ante un trabajo fotográfico
calculado, medido, cuidadosamente ponderado. En
los sujetos de Sander rara vez asoma una sonrisa o un rostro relajado. No es el
resultado de una tensión entre los actores del retrato, ni una contención
interior del sujeto.
Esos dos
o cuatro segundos producen un resultado positivo: “más que la forma en la que
habrían querido ser representados [los sujetos], revelan lo que es típico de sí
mismos.”
Así
pues, Sander no daba una estilización a sus retratados ni les ponía en un fondo
decorado hecho para lograr un efecto particular. En realidad Sander “había desarrollado
una mirada muy precisa e intuitiva para plasmar la tipicidad y diversidad de la
expresión humana”, donde “los sujetos están definidos de manera exclusiva por
sus roles”. En un primer examen los retratos no parecen indicar intimidad
alguna, no aparecen señales de emoción ni gestualidad.
Sin
embargo, se trata de un proceso pausado. El sujeto tiene algunos segundos y en
ellos sale a la luz su interior, y es como si el fotógrafo participara de un
autorretrato de sus propios fotografiados.
La Nueva
Objetividad vuelve a salir a flote: “La implacable consistencia de su enfoque
–la similitud del encuadre entre una y otra imagen- es parecida a lo que
ocurría con la daguerrotipia. Este renunciar al «estilo» es una elección
consciente que apunta que el fotógrafo se ve a sí mismo como a un técnico que
aplica la misma plantilla en cada sesión de retrato. La cámara se usa como un
dispositivo para grabar.”
Como ya
se mencionó, Sander no pretendía hacer un retrato en sentido estricto ni mucho
menos hacer que aflorara el alma individual de cada sujeto. Su mente y corazón
están puestos en el Gran Catálogo Tipológico. Incluso declaró: “No tengo la
intención de criticar ni de describir a esta gente.” Y es que
“Sander no estaba buscando secretos, estaba observando lo típico.”
“Sander como retratista… exhibe un fino
equilibro entre la observación social y la introspección psicológica, entre el
intelecto del autor y sus sentimientos.” [13]
La obra
del fotógrafo requiere ser vista como un conjunto, como un corpus, pues se
trata de una serie donde cada imagen dota de sentido a la próxima. La
re-lectura es un medio obligado para entender todas las capas, complejidades y
problematizaciones que plantea el autor.
Las
fotografías cuya polisemia, su diversidad de sentidos es más complicada, son
las que invitan a una lectura más profunda que trasciende lo meramente icónico,
y son las que han perdurado a lo largo de la historia. Tal característica está
presente en el trabajo de Sander, que en
la superficie aparenta simpleza pero que es sumamente complejo.
Un ejercicio de intervención donde se trabaja la
simetría en la fotografía de Sander realizada al pintor Anton Raderscheidt
(1926)
“Sander se enfrentó a esa tarea, fruto de sus
ideas, no como científico ni tampoco asesorado por sociólogos, sino confiando
en su capacidad de observación. Sugirió, al igual que los Becher, una
contemplación comparativa, abogando con insistencia por una fotografía
documental, que para él suponía lo contrario de la forma de representación
«impresionista», «estropeada por métodos artificiales». El compendio refleja un
sincronismo casi fantasmal.”[14]
Peter
Stepan afirma que “Además de su
integridad sistemática, los retratos de Sander tiene un rigor y una penetración
que los coloca entre las obras más significativas de la historia de la
fotografía.”[15]
8. ¿Nueva subjetividad?
A pesar
de esta intención de objetividad, Sander crea con su obra un gran autorretrato
de sus propias subjetividades. Aunque podría parecer que el fotógrafo logra reunir
a un panorama completo de la sociedad alemana que abarca desde el agricultor
hasta el pobre o desvalido, pasando por artistas, mujeres, aristócratas e
intelectuales, lo que realmente termina apareciendo en su obra es cómo él
mismo encarna las grandes virtudes alemanas: determinación, precisión,
puntualidad, diligencia, orden pero también los recelos como la neofobia.
La
supuesta objetividad de August Sander dista mucho de ser eso. De hecho su trabajo reafirma que el fotógrafo no puede
crear una obra totalmente impoluta: “Las tendencias políticas de Sander se
filtran en el proyecto –y en su beneficio-. Por sus fotos sabemos con quién
simpatizaba, lo que demuestra que la fotografía documental, por muy objetiva
que sea, siempre contiene un punto de vista.” La
fotografía de Sander “escapa a su manifiesta intención y es entonces cuando se
vuelve más interesante.”
Sander pretendió
realizar una especie de atlas de los “tipos humanos alemanes”, pertenecientes a
diferentes clases sociales. Sin embargo, no perseguía en su trabajo retratar la
personalidad individual sino a personas representativas de diferentes
profesiones, oficios o negocios, además de integrantes de grupos sociales y
políticos. [16]
Dice Susan Sontag, en su reconocido libro “Sobre la
Fotografía”, que algunos fotógrafos se erigen en científicos, y otros en
moralistas. Los primeros, los fotógrafos científicos, hacen un inventario del
mundo, los moralistas, concentran su trabajo en casos concretos. Dentro del
primer grupo, la autora hace referencia al trabajo de Sander, ya que “los retratos arquetípicos (como él los
llamaba) de Sander implicaban una neutralidad pseudocientífica análoga a la de
esas ciencias tipológicas, solapadamente tendenciosas, que florecieron en el
siglo XIX, como la frenología, la criminología, la psiquiatría y la eugenesia”.[17]
Sontag considera
que la mirada de Sander es tolerante e imparcial, ya que está buscando a través
de ella lo típico, para él la sociedad no tiene misterios, “se proponía arrojar luz sobre el orden
social atomizándolo en un número indefinido de tipos sociales”.[18]
Los nazis, cuando censuran el proyecto y destruyen el material fotográfico, lo
acusan de ser antisocial, ya que según Sontag lo que resultaba molesto para
este régimen era “la idea del fotógrafo
como un censista impasible cuya integridad de registro volvería superfluo todo
comentario, y aún todo juicio”. [19]
Resulta interesante
que a diferencia de la mayoría de las fotografías con intención documental, que
se interesan por temas que reflejan la denuncia social, lo extraño, la pobreza,
el trabajo de Sander es diferente ya que incluye trabajadores burócratas,
obreros, damas de sociedad, soldados, gitanos, mineros, etc. Sin embargo, aún en esta diversidad, Sontag
considera que el trabajo de Sander posee cierto “paternalismo clasista”, ya que
aún sin proponérselo deliberadamente, Sander ajustaba el estilo de la
fotografía al rango social de la persona que fotografiaba. “Los profesionales y los ricos suelen
fotografiarse en interiores sin aditamentos. Hablan por sí mismos. Los obreros
y desclasados suelen estar fotografiados en un escenario (a menudo exterior)
que los ubica, que habla en su nombre, como si no pudiera suponérseles la
personalidad definida que se desarrolla normalmente en las clases media y alta”.
Es decir que en la
obra de Sander, cada persona está en el lugar que debe ocupar, y todos son
fotografiados con la misma imparcialidad y distancia.
Concluye Sontag en
que “pese al realismo de clase, se trata
de una de las obras más auténticamente abstractas de la historia de la
fotografía”. [20]
9.
El reencuentro
Una vez
pasada la guerra, llegó para August Sander un momento de redescubrimiento: L.
Fritz Gruber organizó en Colonia la segunda entrega de la prestigiosa Photokina. Era 1951 y durante la exposición fotográfica
se mostraron alrededor de 100 placas de Sander de una serie a la que llamó Köln
wie es war (Colonia antes de la guerra). Esta exhibición “…le aportó no
sólo un contacto renovado y ampliado con el público de su patria de adopción,
sino también una nueva audiencia entre los medios profesionales
especializados.”
Por esos
mismos años Edward Steichen estaba organizando la que sería la exposición
fotográfica más importante de la historia: la mítica The Family of Man (La
Familia del Hombre). Este gran recuento
del hombre y su vida hicieron que Edward Steichen buscara a Sander para incluir
sus fotografías tipológicas. Los ocho millones de visitantes a la exposición y
los 63 países donde se exhibió ofrecieron al público la oportunidad de
redescubrir la obra de Sander.
Por otra
parte, a finales de la década de 1959 se publicó el trabajo de Sander en la
revista Du, editada por el suizo Manuel Gasser. Gracias a este hecho “se
redescubrió el talento de Sander y desde entonces sus imágenes siguen
alimentando la imaginación de la fotografía.”
Para
inicios de los sesenta August Sander era un fotógrafo conocido, galardonado y
mundialmente revalorado. Falleció en 1964 a los 88 años debido a una apoplejía.
Colonia antes de la guerra. August Sander.
Colonia Antes de la Guerra. Kölnisches
Stadtmuseum, August Sander, Vintage-Print, Mappe 7, Blatt 13, Rathausturm mit
Blick auf den Rhein
Colonia antes de la guerra. August Sander.
10. El legado de August Sander
En muchos sentidos Sander fue una suerte de Eugène Atget alemán, y las comparaciones entre los dos fotógrafos son
muchas. Ambos utilizaron cámaras un tanto anticuadas (más en el caso de Atget)
de negativo grande y largos tiempos de obturación. Atget preservó en su trabajo
al Viejo París, Sander hizo algo parecido con Colonia antes de la
guerra. Atget trataba de crear documentos referenciales de espacios y
cosas, Sander lo obtuvo de expresiones, roles y en conjunto de los arquetipos
germánicos.
La obra de Sander ofrece un complejo sistema de signos sociales,
culturales e históricos. Sander logró
plasmar las virtudes alemanas vertidas
no solamente en la humilde trapeadora, la víctima de una bomba, una pareja de
enanos, encopetados burgueses, mujeres intelectuales, desenfadados artistas o
afanosos trabajadores.
Su
trabajo resultó inspirador de algunos de los más grandes talentos del siglo XX,
como Diane Arbus, Irving Penn, Richard Avedon o Bernd & Hilla Becher.
Sander pretendió
crear un catálogo de los tipos sociales en el pueblo alemán, objetivo nada
fácil de alcanzar. Pero lo que sí logró fue retratar el espíritu de su tiempo.
Y en tal sentido Sander lanza un reto a todos los fotógrafos que habríamos de
sucederle: ¿Cómo lograr sintetizar el espíritu del tiempo que a cada uno nos ha
tocado vivir? Eso fue lo que logró plasmar August Sander con gran precisión en
negativos de 18 x 24 centímetros.
11. Bibliografía
-
Sitios de
Internet
Óscar Colorado Nates "August Sander y el espiritu del tiempo" Oscar en fotos.com Reflexiones e ideas en torno a la fotografía. Marzo 30 del 2013 Fecha de consulta: 20.08.2014
CADA DÍA UN FOTÓGRAFO/FOTOÓGRAFOS EN LA RED.
"August Sander" Ed.28 de abril del 2010. Fecha de consulta:
21.09.2014
-
Recursos
Mount Saint Vincent Art
Gallery, Catálogo de la Muestra “August Sander: Objective Romantic”.
Fecha de consulta: 21-09-2014
Fundación MAPFRE “Encuentros con la historia de la fotografía. El siglo
XX (1): La moderna belleza del mundo”.August Sander y la posteridad.
Presentación
de Kerstin Stremmel.
Fecha
de consulta: 21-09-2014
-
Libros
Amar, Pierre – Jean. “El Fotoperiodismo”. La Marca
Editora, Buenos Aires, 2005.
Bauret, Gabriel. “De la Fotografía”. La Marca
Editora, 2da Edición, Buenos Aires, 2010.
Newhall, Beaumont. “Historia de la Fotografía”.
Editorial Gustavo Gilli, Barcelona, 2002.
Sontag, Susan. “Sobre la Fotografía”. Ed.
Alfaguara.
[2] Amar, Pierre-Jean. “El Fotoperiodismo”.
[3] Amar, Pierre-Jean.
[4] Amar, Pierre-Jean, pág. 47.
[5] Bauret, Gabriel. Pág. 66.
[6] Bauret, G. Pág. 67.
[7] Bauret, G. Pág. 67.
[8] Bauret, G. Op.cit. pág. 67.
[9] Gunthert André, Poivert Michel, El
arte de la fotografía. Edit. Lunwerg Editores, S.A., Barcelona, 2009, pág.
379.
[10] Alfaro I Hernández Andreu en Fernández
Nacho (Coord.), August Sander. Retratos. La mujer en el proyecto Hombres del
Siglo XX. Edit. La Fábrica Editorial, Madrid, 2002, pág. 17.
[12] Guadignini Walter (Ed.), op. cit.
pág. 151
[13] Lange Susanne en Fernández Nacho
(Coord.), Op. cit.pág. 11
[14] Becher Bernd & Hilla, Tipologías.
Edit. Patronato de la Fundación Telefónica, Madrid, 2005, pág. 17
[16] Newhall, Beaumont. Historia de la Fotografía. pág. 246.
[17] Sontag, Susan. Sobre la Fotografía, pág. 90.
[18] Sontag, S. pág. 91.
[19] Sontag. S. Op. Cit. Pág. 91.
[20] Sontag, S. Pág. 93.
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