Hans Bellmer
Nacimiento
- Procedencia
Nació en 1902, en Kattowitz, en ese entonces
parte del imperio alemán, hoy Katowice, territorio
perteneciente a Polonia.
Fue un autor y fotógrafo surrealista
que desarrolló su trabajo en Berlín y más tarde
en París debido al
nazismo.
Formación
académica. Influencias
Es uno de los artistas surrealistas más
interesantes.
En 1923 su padre lo envió a estudiar
ingeniería al Bellmer Technische Hochschule en Berlin, pero sus intereses se
acercaban a la política, con la lectura de los trabajos de Marx y Lenin. Se
unió en debates con algunos artistas del Movimiento Dada, y era especialmente
unido a George Grosz, pintor alemán de la época impresionista, y quien lo alentó
a dejar sus estudios de ingeniería.
Abandonó sus estudios de
ingeniero y decidió consagrarse en 1924 a la pintura. Fue, además, escultor,
dibujante publicitario, fotógrafo y un apasionado lector de Freud y Baudelaire.
Autorretrato, Hans Bellmer.
Empezó a desarrollar su trabajo en arte y publicidad
en Berlín, de donde tuvo que escapar debido a la presión del régimen
Nacional Socialista. Llegó a París en 1938, donde se integró al grupo de los
surrealistas, con quienes compartió ciertas características importantes.
Bellmer conocía el psicoanálisis y su obra es
considerada una mezcla compleja de influencias. En sus trabajos, plantea que el
objeto erótico y sensual es a la vez un objeto mórbido y violento. Esas
características son comunes al surrealismo, el cual tenía un gran interés por
la relación entre erotismo y muerte.
De niño, fue criado
por un padre tiránico que maltrataba a su madre. Junto con su hermano menor,
Fritz, encontró refugio de su entorno familiar opresivo, en un jardín secreto
que decoraban con juguetes, y el cual era visitado por mujeres jóvenes, algunas
primas, que aparentemente evocaban en él deseos sexuales.
Su posible
inspiración puede haber sido, según se dice, el crecer en ese entorno familiar. Se ha pensado que es
allí en donde encuentra esa contradicción que posteriormente sería base de sus
obras, por un lado el amor (de
su madre hacia el padre) y por el
otro el odio (el maltrato del padre a la madre), símbolo de vida y
muerte.
Contexto histórico
La década de 1930
constituye uno de los puntos de inflexión fundamentales de la historia de
Europa y América, dado que en ella se producen simultáneamente la crisis del
liberalismo y la democracia, el ascenso del fascismo, la irrupción de las masas
y la expansión del estado.
Comienza con la
Gran Depresión y termina con una nueva Guerra Mundial.
Entre un viejo
orden agonizante golpeado por la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, y
uno nuevo que aún no se ha afirmado, los años de la depresión constituyen un
período de revisión y búsqueda de nuevas bases sobre las cuales refundar el
régimen político, el orden económico, la vida social y el sistema
internacional.
En Alemania
particularmente, el Partido Nacional
Socialista consigue la victoria en las elecciones generales en el año 1932, y
en 1933 Adolf Hitler, Canciller de Alemania, obtiene plenos poderes en el país.
Este es el año en
el que Bellmer comienza a realizar su proyecto
principal, raíz de la que se desprenden la mayoría de sus obras, su Muñeca, en
parte como modo de oposición al fascismo del partido nazi.
Movimiento
al que perteneció
El Surrealismo (cuya traducción sería “por encima de lo real”)
es un movimiento artístico y literario surgido en Francia a partir
del dadaísmo (su precedente más
inmediato) en la década de los años 1920, en torno a la
personalidad del poeta André Breton.
Los surrealistas señalaron como precedentes a
varios pensadores y artistas, como el pensador presocrático Heráclito,
el Marqués de Sade y
Charles Fourier,
entre otros. En la pintura, el precedente más notable es Hieronymus Bosch "el Bosco",
que en los siglos XV y XVI creó obras como "El jardín de las
delicias" o "El carro de heno".
El surrealismo retomó estos elementos y ofreció una formulación sistemática de
los mismos.
La primera fecha histórica del movimiento es
1916, año en que André Breton, precursor, líder y gran pensador del movimiento,
descubre las teorías de Sigmund Freud y Alfred Jarry.
Jarry es el inventor de la pseudociencia llamada Patafísica,
la ciencia que regula las excepciones, la ciencia de las soluciones imaginarias,
descrita en su obra póstuma Gestas y opiniones del
Doctor Faustroll, patafísico,
como “la ciencia de lo que se añade a la
metafísica, así sea en ella misma como fuera de ella, extendiéndose más allá de
ésta tanto como ella misma se extiende más allá de la física”. La obra narra
las enseñanzas de Faustroll, nacido a los 63 años y pionero en esta ciencia, en
la que todo suceso del universo es una excepción. En 1948, un conglomerado de
escritores surrealistas y
vanguardistas se
hacen cargo de retomar aquellos estudios y deciden fundar el Colegio
de Patafísica (Collège de
Pataphysique ), el cual contó con ilustres miembros entre los cuales
se encontraban Marcel Duchamp, Max Ernst, René Clair o Joan Miró entre
otros, y fue creado como irónica contraposición a las academias de arte y
ciencias (Collège de France). Esto convierto a la Patafísica en una de
las influencias más importantes en la gesta del Surrealismo. Actualmente,
personajes como Umberto Eco y Jean Baudrillard integran el Colegio de Patafísica.
Incluso, en Argentina existe el Novísimo
instituto de altos estudios patafísicos de Buenos Aires, que hasta tiene su
sitio en Facebook.
André Breton, además de conocer las ideas de
Freud y Jarry, conoció a Jacques Vaché y
a Guillaume Apollinaire, quienes fueron sus principales influencias literarias,
junto con Rimbaud y Nouveau.
Específicamente Apollinaire, fue un poeta, novelista y ensayista francés, que utilizó la
forma de escritura automática surrealista
al romper deliberadamente la estructura lógica y sintáctica del poema y fue el
primero en utilizar los términos surrealismo y surrealista.
Inventó el término en 1917 (con
motivo del estreno de su obra de teatro Las tetas de Tiresias,
a la que calificó de drama surrealista) para expresar una forma de
ver la realidad, porque no le servía ningún otro. Lo definió de la siguiente
manera: «Cuando el hombre quiso imitar el andar, creó la rueda, que no se
parece en nada a una pierna. Así hizo surrealismo sin saberlo». Breton en su Manifiesto de
1924, recuperó el vocablo.
Durante los primeros años de la gesta del Surrealismo,
se dió un confuso encuentro con el Dadaísmo, movimiento
artístico precedido por Tristan Tzara, en el cual se decantaron las
ideas de ambos movimientos: uno inclinado hacia la destrucción nihilista (dadá) y el otro a la construcción romántica
(surrealismo). Estos conceptos o percepciones sirvieron como catalizadores
entre ellos durante su desarrollo.
A partir de 1925,
a raíz del estallido de la Guerra del Rif, el
surrealismo se politiza; se producen entonces los primeros contactos con
los comunistas,
que culminarían ese mismo año con la adhesión al Partido Comunista por parte de
Breton.
Entre 1925 y 1930 aparece un nuevo periódico
titulado El Surrealismo al servicio de la Revolución en cuyo
primer número Louis Aragón, Buñuel, Dalí, Paul Éluard, Max Ernst, Yves Tanguy y Tristan Tzara, entre otros, se declaran
partidarios de Breton. Por su parte Jean Arp y Miró,
aunque no compartían la decisión política tomada por Breton, continuaban
participando con interés en las exposiciones surrealistas.
Poco después se incorporaron Magritte (1930), Masson (1931), Giacometti y
Brauner en 1933 y
también Matta (que conoce a
Breton en 1937 por
mediación de Dalí) y Lam.
El movimiento se hizo internacional
apareciendo grupos surrealistas en los Estados Unidos, Dinamarca, Londres, Checoslovaquia y Japón.
Desde este momento, se abrió una disputa entre
aquellos surrealistas que concebían el
surrealismo como un movimiento puramente artístico, rechazando la supeditación
al comunismo, y los que acompañaban a Breton en su giro a la izquierda.
En 1929 Breton
publicó el Segundo Manifiesto Surrealista, en el que condenó entre
otros intelectuales a los artistas Masson y Francis Picabia.
En 1936 expulsó a Dalí por sus
tendencias fascistas y a Paul Éluard.
En 1938 Breton firmó en México junto con León Trotski y Diego Rivera el Manifiesto
por un Arte Revolucionario Independiente.
El Surrealismo tomó del Dadaísmo algunas
técnicas de fotografía y cinematografía así como la fabricación de objetos.
Extendieron el principio del collage
al ensamblaje de objetos incongruentes, como en los poemas visibles de Max
Ernst. Este último inventó el frottage (dibujos compuestos por
el roce de superficies rugosas contra el papel o el lienzo) y lo aplicó en
grandes obras como Historia Natural, pintada en París en 1926.
Otra de las nuevas actividades creadas por el
surrealismo fue la llamada cadáver exquisito,
en la cual varios artistas dibujaban las distintas partes de una figura o de un
texto sin ver lo que el anterior había hecho pasándose el papel doblado. Las
criaturas resultantes pudieron servir de inspiración a Miró.
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial,
los surrealistas se dispersaron, algunos de ellos (Breton, Ernst, Masson)
abandonan París y se trasladaron a los Estados Unidos, donde sembraron el
germen para los futuros movimientos americanos de posguerra (expresionismo abstracto y Arte Pop).
Fotografía
Surrealista
La fotografía surrealista se caracteriza por
la coexistencia dentro de ella de tres corrientes fundamentales: la documental,
la manipulada y la escenificada.
El tratamiento que recibe el cuerpo (en
especial el femenino) en cada una de ellas, es diferente.
La figura de la mujer (frecuentemente dotada
de una importante carga sexual) aparece como tema central en las imágenes de este
movimiento, lo que denota el papel subordinado que las mujeres ocuparon en el
imaginario de los artistas surrealistas. Ese rol secundario encontró su grado
máximo en la conversión del cuerpo femenino en objeto, llevada a cabo por Hans
Bellmer con su serie de la Poupée.
Técnicas utilizadas
Se distinguen tres tiempos en el proceso de
creación fotográfica en general:
- el “momento de la toma”,
- el “momento del laboratorio” y
- el momento de la “puesta en escena”, del
diseño de la “pose” del modelo o de la disposición de los objetos a
fotografiar.
Cada uno de estos tres tiempos o momentos da
lugar a una actitud diferente, dependiendo de en cuál de ellos se centre el
esfuerzo creativo.
La preeminencia del primero, da lugar a la
fotografía pura u “objetiva”, de índole documental; la preeminencia del
segundo, a la fotografía manipulada o experimental. Y la preeminencia del
tercero, da lugar a la fotografía escenificada.
En el surrealismo podemos encontrar ejemplos
de todas estas tendencias, en numerosas ocasiones compartidas por el mismo
autor sin conflicto.
Hans Bellmer se especializó en el tercero.
Respecto a la técnica de revelado, no se
encontraron mayores detalles que el que utilizaba papel intervenido con una solución
de bromuro de cadmio, agua y gelatina sensibilizada
con nitrato de plata, o comúnmente
conocido como papel al gelatino bromuro de plata, que fue el tipo de papel
fotográfico más empleado durante el siglo XX.
Su
obra
Las imágenes de Bellmer son inquietantes, son
fotografías de los maniquíes que él construía y que correspondían a cuerpos
femeninos deformados, planteados como objetos de múltiples posibilidades
anatómicas.
La muñeca de Bellmer fue bien recibida por
los surrealistas gracias a que éstos sentían una fascinación por los objetos
inanimados. Además el cuerpo femenino que exploraba era el adolescente, lo cual
se relacionaba con la idealización surrealista de la mujer niña, que funcionaba
como una suerte de musa.
Tras
asistir a una representación de Los cuentos de Hoffmann de
Offenbach en los cuales un hombre se enamora trágicamente de una autómata,
luego de recibir una caja de sus juguetes de la infancia enviada por su madre,
que le recordaban sus secretos encuentros en el jardín, e inspirado por las
teorías freudianas del subconsciente, Hans Bellmer comenzó en 1933 la
construcción de una muñeca de escayola sobre esqueleto de madera y metal de
tamaño real que le sirvió como modelo para una serie de fotografías en las que
exploraba sus fantasías sobre el cuerpo femenino que incluían el sadismo, el
masoquismo y el fetichismo.
Se trata de una
escultura que representa a tamaño casi real (1,40 m.) a una muchacha de
cabellos morenos, desnuda y con calcetines, que parece una muñeca de niña
ampliada, pero que tiene cuatro piernas y numerosas articulaciones para un
único torso de mujer adulta. Es un objeto con connotaciones eróticas, mediante la cual Bellmer intentaba descubrir la mecánica del deseo y
desenmascarar el inconsciente
psíquico que gobierna al ser humano.
La escultura evoca
también la emancipación femenina, y es también una denuncia del culto al cuerpo
perfecto de moda en la Alemania nazi.
Con
asistencia de su hermano, Bellmer colocaba a la muñeca en bosques y jardines, y
realizaba una serie de fotografías. Le imponía toda clase de metamorfosis, y su
trabajo fascinó a los surrealistas, por la contradicción implícita en su obra:
la coexistencia de lo erótico y sensual, y de lo mórbido y violento; de la vida
y la muerte.
Bellmer creía,
inspirado en las teorías de la represión de Freud, que las partes del cuerpo
podían separarse del resto del cuerpo. Esta manera de entender la condición
corpórea estaba presente en un miembro del surrealismo no ortodoxo, quien fue
expulsado del movimiento por Bretón: Georges Bataille.
Bataille fue
expulsado porque planteaba una visión del surrealismo que era considerada
demasiado oscura, pues se enfocaba en los aspectos más sórdidos del deseo. Un
ejemplo literario de esto puede ser cualquier obra erótica de Bataille, aunque
la más relevante es Historia del ojo, cuya edición de 1945 fue
ilustrada por Bellmer.
Ilustraciones
de Hans Bellmer para Historia del Ojo, de Georges Bataille
Las ideas de
Bataille se extendían a considerar al cuerpo como lenguaje y aseguraba que “el cuerpo se asemeja a una oración que
parece invitarnos a separarla en las letras que la componen, para que sus
verdaderos significados puedan revelarse de una manera nueva por medio de una
corriente infinita de anagramas”. Este deseo de Bataille puede percibirse
en la manera en que Bellmer representaba el cuerpo, lo desordenaba y
recombinaba de manera que le daba una apariencia a las otras configuraciones
del deseo que normalmente permanecen ocultas, además de que el cuerpo no era
simplemente representado, sino que era transformado.
Con esta primera
serie de fotografías de la Muñeca, realizó varias publicaciones de lujo de
tirada limitada que distribuyó entre un círculo de artistas y escritores
afines.
En 1934 aparecieron dieciocho fotografías en el número
6 de la revista Minotaure en un artículo titulado «Poupée.
Variations sur le montage d’une mineure articulée» (Muñeca. Variaciones sobre
el montaje de una menor articulada).
La imagen
corresponde a unas páginas de la revista surrealista Minotaure, de 1935. En las
páginas se puede leer el título “Variaciones sobre el montaje de una menor
articulada”
En 1936 el propio Bellmer editó
el libro Die Puppe, un libro anónimo, producido y publicado de manera
privada en Alemania, el cual contiene diez fotografías en blanco y negro de su
primer muñeca, acompañadas por una corta introducción en forma de prosa poética,
en la que demostraba claramente cómo los aparentemente inocentes juegos de su
adolescencia se habían convertido en sus fantasías sexuales de adulto. En ese momento,
no era reconocido por el público alemán.
Boceto para
la serie Die Puppe, 1932
Die
Puppe ahondaba en
las poéticas surrealistas relacionadas con el cuerpo mutilado y en la noción de
“lo informe”, un concepto tras el cual –según Georges Bataille– se esconde la
crisis del sujeto enunciador estable.
Estas fotografías eran de la primera muñeca
construída por Bellmer, la cual no podía rearticularse tan fácilmente.
Después de ver, durante una visita al
Kaiser-Friedrich-Museum de Berlín, unas muñecas del s. XVI, las cuales tenían
articulaciones, Bellmer hizo una nueva muñeca con un abdomen esférico,
alrededor del cual podían acomodarse distintas partes en diversas
configuraciones. Así fue que empezó a combinar distintas partes del cuerpo.
Esta segunda muñeca estaba conformada por cuatro piernas, cuatro senos, un
torso, tres pelvis, dos brazos y la cabeza de la primera muñeca. Con estas
piezas podía armar distintas combinaciones, las cuales fotografiaba.
De 1935 a 1938, esta segunda versión de la
muñeca de Bellmer apareció en más de cien fotografías, muchas de las cuales
estaban coloreadas. Esta segunda fase de fotografías es de mayor interés, pues
posibilita una narrativa, ya que la muñeca se convierte en un personaje al ser puesta
en diversas situaciones, como la siguiente:
Esta imagen, que corresponde al
libro Les Jeux de la poupée, presenta a una configuración de la
muñeca compuesta por cuatro piernas y dos caderas. Es una escena inquietante,
en donde la ambigüedad de la situación permite una lectura descripta por los
críticos como “pesadillesca”, que remite
a un contenido sexual indescifrable. También es relevante destacar la presencia
simultánea de lo femenino y lo masculino en un solo cuerpo, lo cual plantea una
dinámica altamente compleja y contradictoria, en donde los temas de la
individuación, separación y unión simbólica se conjugan en los términos de una
crisis de identidad.
Algunos críticos consideran que las posturas
dadas a la Muñeca, junto con la puesta en escena, evocan sufrimiento y dolor,
los cuales se pueden identificar con referencias visuales en el martirio plasmado
por el arte renacentista, y en algunas escenas con escaleras del cine
expresionista alemán.
Fotografías
de Hans Bellmer, coloreadas.
Para el público
alemán de la época, su obra no tuvo una repercusión importante.
Sin embargo, el
carácter polémico de la serie le valió la censura del régimen nazi, que
calificaba a su arte de degenerado.
Esta Muñeca,
portadora de tanta sátira como de ataques violentos contra Adolf Hitler
representaba además una agresión poderosa contra las ideas de respeto,
admiración y culto hacia el cuerpo perfecto, inherente de la esencia
Nacional-Socialista.
En 1937 los propagandistas
de Hitler organizaron la exhibición más amplia del arte moderno
llamada Entartete Kunst (Arte degenerado), expresión forjada
por Goebbels para designar todas las producciones artísticas que no
correspondían a los criterios estéticos de los nazis. La exposición, inaugurada
por Hitler, constaba de centenares de pinturas y esculturas que ellos
mismos habían incautado de los museos y las galerías privadas de toda Alemania,
apropiándose de ellas para sus propios fines de “purificación racial”. Obras
de Paul Klee, Pablo Picasso, Vincent Van Gogh, Marc Chagall, Wassily
Kandinsky, Max Ernst, Otto Dix, Eduard Munch, y las del
propio Bellmer -entre otros-, eran consideradas fruto de una
"fantasía enfermiza" o simplemente
"judeo-bolchevique". Entartete Kunst presentaba un “museo de los
horrores” con sus distintas secciones, como: “Las manifestaciones del alma
racial judía”, “La invasión bolchevique en el arte”, “La naturaleza vista por
espíritus enfermos”. Se trataba de dar una base científica a una empresa de
erradicación cultural, basada en una “normalidad” creativa de tipo conservador,
permitiendo rechazar toda vanguardia según criterios raciales, políticos o
patológicos. Bellmer, con su Muñeca,
asumió físicamente el peso y la carga de su crítica violenta contra el régimen
nazi.
Exiliado a París
en 1938, fue
acogido por los surrealistas, que reconocían en su Muñeca y en sus fotografías una nueva manera de abrir el
espíritu de la sociedad a sus fantasmas inconscientes y de obligar al espectador a interrogarse
sobre los sentimientos producidos en él por la obra de arte y sobre las
relaciones con su propio cuerpo y todo lo que ello conlleva. Sus elaborados
maniquíes aparecieron en la Exposition Internationale du Surréalisme en
la Galerie Beaux-Arts en Paris en 1938.
En 1943 organiza su
primera exposición personal. Bellmer dibuja, realiza imágenes en las cuales se
metamorfosean los cuerpos y los sexos. Ilustra, con grabados y dibujos, obras
eróticas, como la antes mencionada de Georges Bataille, y algunas otras, de Pauline
Réage, Sade, Baudelaire.
“Plate from La Poupée” - Hans Bellmer
Sin
título, Hans Bellmer
Litografía,
Hans Bellmer
Sin título,
de la serie de ilustraciones para la Historia del Ojo, de Bataille
Aunque la Muñeca es su obra más innovadora
y más conocida, continuó con sus trabajos sobre el erotismo, con abundantes
dibujos y fotografías de esculturas-objetos.
También escribió L’Anatomie
de l’image (Paris, 1957), libro en el que explica el proceso mental
que determinó su trabajo como artista.
Anatomía
de la Imagen, de Bellmer, Editorial La Central.
A partir de 1953, fue Unica Zürn
(escritora y pintora alemana, admirada por los surrealistas) quien se convirtió
en su mujer-muñeca (su modelo) cuando Bellmer la conoció en Berlín, en una
exposición de cuadros hechos por ella, convirtiéndose también en su compañera.
Imágenes de
Unica Zürn y Hans Bellmer
Bellmer intentó aplicar en ella las técnicas utilizadas con las muñecas, “el rodamiento”, y se chocó contra el muro que separa a la mujer de su imagen, es decir, su “carne”, por lo que se valió de cuerdas y otros alambres para reinventarla y capturarla en imágenes.
Unica Zürn retratada por Hans Bellmer
Al llegar
el año 1957, Unica tuvo que ingresar a centros psiquiátricos para superar su
crisis creciente de esquizofrenia, problema suscitado tras ser fotografiada
desnuda y encadenada por Bellmer precisamente para su experimento del
“rodamiento” para la portada del
número 4 de Surréalisme même. Sin embargo, al regresar en 1970 del
hospital, Unica abrió las ventanas de su casa en París y se tiró por la
ventana. En este sentido, el mismo Bellmer se refiere acerca de sus obras como
la búsqueda de establecer no sólo a la “mujer víctima”, sino también a la
“mujer como objeto”.
Fotografía de Unica Zürn encadenada, para la portada número 4 de Surréalisme même, por Hans Bellmer.
Portada del
número 4 de Surréalisme même.
Repercusión en el público de su época.
En este sentido, en
conclusión, su obra generó diversas reacciones en su época: Por un lado, el
público en general desconocía su obra. Por otro lado, en el círculo de artistas
e intelectuales, los miembros del surrealismo lo apadrinaron bajo su Movimiento,
considerando que su Muñeca era un objeto que los representaba. Y por otro lado,
en el ámbito político, fue despreciado por el Régimen Nazi.
Sin embargo, Bellmer
disfrutó del éxito y reconocimiento, en términos de exhibiciones y libros sobre
su obra, durante los últimos veinte años de su vida.
Si bien su obra fue
condenada muchas veces como misógina y violenta, también fue de alguna manera
aceptada por al menos una crítica feminista, Xavière Gauthier, y por algunos
escritores y críticos como Jacques Lacan, Claude Lévi-Strauss, Michel Butor y
Patrick Waldberg.
Antecedentes
Cabe destacar, que
si bien Bellmer no realizó referencias directas a estas influencias, la muñeca
como fetiche y elemento de arte erótico, de mezcla de deseo y muerte, fueron
utilizados antes en otras ocasiones:
El terrible sistema
descrito por Polibio (200 a. C.-118 a. C.)
y utilizado por Nabis, tirano de Esparta, que consistía en un artilugio con forma de mujer con clavos en su pecho
y brazos y que abrazaba mortalmente a todo aquel que incumplía sus pagos.
La leyenda de Pigmalión,
rey de Chipre, que buscó durante muchísimo tiempo a una mujer con la cual
casarse. Pero con una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su
búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas
para compensar la ausencia. Una de estas, Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró de la estatua. Mediante la
intervención de Afrodita, Pigmalión soñó que Galatea cobraba vida. En la obra Las metamorfosis, de Ovidio, se relata el mito.
Se dice que tras la
muerte de su hija ilegítima Francine, de cinco años de edad, Descartes se
sintió tan deprimido que se propuso construir una muñeca autómata lo más
parecida a la fallecida uniéndose tanto a aquella figura que según describen la
trataba como “mi hija Francine”.
En el siglo XIX, el
ballet Copelia, basado en El hombre de
Arena, de Hoffmann, historia macabra que trata acerca de un inventor
misterioso y pálido, el Doctor Coppélius, que tiene una muñeca danzante de tamaño real. Parece tan realista que Franz, un pueblerino,
se enamora de ella, dejando de lado a su verdadero amor, Swanilde, que en el
Acto II le muestra su locura, al vestirse como una muñeca y pretender cobrar
vida.
La Eva futura (L'Ève Future) es una novela de ciencia
ficción simbolista escrita por el
autor francés Auguste Villiers de l'Isle-Adam. Iniciado en 1878 y
publicado originalmente en 1886, la novela es conocida por popularizar el
término androide. Describe a Hadaly, la mujer artificial ideal: el
joven Lord Ewald se enamora de una hermosa pero estúpida mujer. Para reemplazar
esta mujer en el corazón del joven, el ingeniero Thomas Edison fábrica una
androide que se parece físicamente al modelo ideal de ser humano de Lord Ewald,
pero que a diferencia de la mujer de carne y hueso de la que se ha enamorado es
espiritualmente superior.
Existe una leyenda acerca
del romance de Alma Malher, compositora vienesa, con el pintor Oskar
Kokoschka: Kokoschka mandó hacer una
muñeca de tamaño real para recordar a Alma con todos sus detalles. Los rumores
dicen haberlo visto en un teatro local llevando la muñeca como si se tratara de
su compañera.
Fallecimiento
Hans
Bellmer falleció en París en Febrero de 1975.
Estado actual de su obra
Actualmente,
algunas de sus obras se encuentran repartidas entre los museos MoMA (Museo de
Arte Moderno de Nueva York) y en la Galería Tate.
Algunas de las
obras exhibidas en el MoMa:
The Doll (1935-37)
Fotografías de la serie La Poupée
Su trabajo sirvió de influencia para
numerosos artistas posteriores:
Cindy Sherman, quien trabajó también con
muñecas haciendo una referencia a la mujer como objeto.
Obras de Cindy Sherman, sin título.
Lisa Bufano, una artista interdisciplinaria
discapacitada de Estados Unidos, menciona a la muñeca de Hans Bellmer como una
de sus principales influencias. Sus trabajos incorporan elementos múltiples,
entre los que destacan partes de muñeca, animación y danza.
Lisa Bufano
La película Love Object ,
una coproducción francesa – estadounidense, dirigida por Robert Parigi, contiene
claras referencias a la obra de Bellmer, desde la relación obsesiva del protagonista
con una muñeca inflable, hasta el uso del propio nombre de Bellmer en el
personaje femenino: Lisa Bellmer.
La película de
animé Ghost in
the Shell 2: Innocence, del
2004 utiliza elementos de las eróticas muñecas de Bellmer. Además, el
director, Mamoru Oshii, se
ha referido a las muñecas de Bellmer como una directa influencia e inspiración
para el film.
La banda neoyorkina Bellmer Dolls tomó su
nombre de la obra del autor.
Diversos artistas han realizado remakes de
sus fotografías en su homenaje:
Autor desconocido
Tributo a Hans Bellmer, del artista
ShotaKotake
'Old Man's
Creek I', Hans Breder, 1971
Algunos autores se han ocupado de realizar un
profundo análisis de su obra:
Bibliografía.
Fuentes
·
Los Valientes Duermen Solos
(Blog Internet). 2010- Agosto. (Consulta: 15-08-2014). Disponible en: http://losvalientesduermensolos.blogspot.com.ar/2010/08/hans-bellmer.html
·
Almudena Cruz Yábar. “Die
Puppe (La muñeca)”, España. Documento en línea. (Consulta: 08-08-2014).
Disponible en: http://www.museoreinasofia.es/
·
DMV. “Hans Bellmer, la
Muñeca”, 2007, Estados Unidos, Historia
del Arte. Consulta: 20-08-2014.
Disponible en : http://www.historiadelarte.us/pintores/surrealismo/surrealismo-hans-bellmer-la-muneca.html
·
Ana Valerio, “LA MUÑECA: LA MECÁNICA DEL DESEO EN
PSICOLOGÍA”, Espejo de Arcadia (Blog de Internet). 11-08-2012. Consulta:
24-08-2014. Disponible en http://reichaleman.blogspot.com.ar/
·
Jorge Pulla González, “EL
CUERPO EN LAS IMÁGENES FOTOGRÁFICAS DEL SURREALISMO FRANCÉS DE ENTREGUERRAS”,
Universidad de Alicante, España. 2008. Documento en línea. Consulta:
23-08-2014).
·
Peter Webb, “Hans Bellmer, About the artist”, Grove
Art Online, Oxford University Press 2009. Consulta: 25-08-2014. Disponible en:
http://www.moma.org/
·
Licenciada
Lic. Rosa Aksenchuk, “La Muñeca ('La Poupée'); simulacro y anatomía del deseo
en Hans Bellmer”, Universidad de Buenos Aires, Revista Observaciones
Filosóficas - Nº 4 / 2007. Consulta: 18-08-14. Disponible en: http://www.observacionesfilosoficas.net/
·
Marco Antonio Alcalá Flores, “Hans
Bellmer”, El Arte de Ver. 06-05-2010. Consulta: 25-08-2014. Disponible en http://artes2010.wordpress.com/2010/05/06/hans-bellmer/
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