“Cindy Sherman.”
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Personajes, estereotipo y denuncia social.
PRIANTE/TABORDA/PERIOTTI/SIQUICH
Nacimiento.
Cindy
Sherman, cuyo nombre real es Cynthia Morris Sherman, nació el 19 de enero de 1954 en Nueva Jersey, Estados Unidos.
Procedencia.
Creció
como la más joven de cinco hermanos en la ciudad de Huntington, Long Island,
donde su familia se mudó poco después de su nacimiento. Su padre se ganaba la
vida como ingeniero y su madre trabajaba como maestra de lectura.
Formación
académica.
A
diferencia de otros artistas, Sherman no estaba particularmente involucrada en
las artes cuando era joven, durante su infancia y adolescencia no estuvo
inmersa en un entorno en el que tuviese contacto con las manifestaciones
artísticas.
Se
empezó a interesar por las Artes Visuales en la Universidad de Buffalo (State
University of New York College at Buffalo, entre 1972 y 1976); donde su carrera
comenzó muy diferente de como acabó. En su primer año, empezó a trabajar la
pintura hasta que un día, se dio cuenta de que no era suficiente. Frustrada por
las limitaciones de la pintura y la sensación de que había hecho todo lo que
pudo, se dio por vencida. Sherman dijo que sentía que no había nada más que
decir a través de la pintura.
“…Estaba meticulosamente copiando otro arte
y entonces me di cuenta de que sólo podía usar la cámara y desarrollar mis ideas
con ella",
y esto es lo que hizo. Ella reconoce que nunca podría haber tenido éxito como
pintora. Al carecer de la conexión crítica que necesitaba para continuar con la
pintura, volvió a la fotografía, que fue lo que estudió durante el resto de su
tiempo en Buffalo.
Durante
este tiempo, conoció a Robert Longo un artista que será muy importante en su
vida. Junto con Longo y su compañero de estudios Charles Clough, Sherman formó
Hallwalls, un espacio de artistas independientes donde ella y otros artistas
exponían.
Después
de su graduación, en 1976, decidió mudarse a Nueva York para embarcarse de
lleno en su carrera artística, en un loft en Fulton Street en el bajo
Manhattan. Fue entonces cuando comenzó a tomar fotografías de sí misma.
Obras principales.
Estas
fotografías, autorretratos conceptuales, vendrían a ser conocidas como “Complete
Untitled Film Stills (1977-1980)”, en los que escenifica situaciones
con vestuario y utilería para dar a las fotografías la apariencia de un
fotograma cinematográfico, usando estética, estilo,
apariencia, narrativas y
planos propios del cine blanco y negro y Clase B de
las décadas de 1940 y 1950, particularmente al de directores de Hollywood como
Alfred Hitchcock (1899-1980). También hay referencias a los filmes europeos,
particularmente los de la Nueva Ola Francesa y el neo-realismo italiano.
Sus
fotografías muestran personajes estereotípicos de la televisión de los años
cincuenta, de los avisos comerciales y de los filmes de horror; construidos con
pelucas, sombreros, vestidos, ropa diferente de la suya. Pueden confundirse con
retratos pero son algo muy diferente. En cada una de estas fotografías, ella
juega un roll, no una persona real, sino una ficción auto - fabricada. Ella es
el ama de casa arquetípica, la prostituta, la mujer en peligro, la mujer entre
lágrimas, la bailarina, la actriz, la ingenua; camaleónica, Cindy juega todos
estos personajes sugiriendo que su identidad se construía a partir de los
relatos de otras personas.
En sus series “Fairy
Tales (1985) y Disasters
(1986)”; Cindy
explora los impulsos extraños, monstruosos y carnavalescos que se expresan a través
de los cuentos de hadas, humor negro, payasos y máscaras.
En los ultimos dos casos Sherman
utiliza una amplia variedad de técnicas de maquillaje, máscaras y prótesis para
crear una representación verdaderamente impactante y grotesca del cuerpo. Se ha
descrito la colección como avanzar hacia "... el lado oscuro de nuestras
fantasías colectivas, un lugar donde las fuerzas de una sexualidad desenfrenada
polimorfa y la violencia se encuentran sueltos entre los juguetes de la imaginación."
En otra
conocida serie "History Portraits, (1988-1990)", donde personifica
protagonistas masculinos de pinturas clásicas de la historia del arte de
Occidente, tales como "Baco enfermo" de Caravaggio, entre otros. Si
bien ella aparece en las fotografías, ella no las considera propiamente
autorretratos.
Otros
grandes pintores cuyos personajes interpretó en sus fotografías fueron Holbein,
Giulio Romano, Watteau, Goya, y Raffaelo
Sanzio
Sus
autorretratos fueron mutando y avanzando hasta obtener resultados más oscuros
como los de su serie “Sex Pictures” (1992).
Su
cuerpo sólo volverá a aparecer aisladamente in persona en algunas de sus
tardías “Mask Pictures (a partir de 1995)”.
Sus
primeros trabajos atestiguan un erotismo más sencillo. Forman parte de un
conjunto de posibilidades emocionales capturadas en el momento en que expresan
la femineidad sin resaltar necesariamente el feminismo. Debido a que carecen de
ideología en sentido tradicional, tratan más sobre los sentimientos, sobre la
psicología. Por lo tanto no pertenecen al arte más politizado de su época,
aunque los asuntos que trata pertenecen a la personificación del género, visto
por una mujer interpretando para el placer de los hombres.
Las
fotografías más lóbregas se dan a finales de los ochenta y principios de los
noventa: son espantosas y grotescas. Hay una brecha enorme entre sus fotogramas
y los trabajos hechos con partes del cuerpo sintéticas
Desde el
punto de vista de la conducta, la tensión entre la Cindy Sherman buena y la
mala demuestra que la interpretación de distintos papeles tiene consecuencias,
no solamente para el espectador sino también para la propia artista.
Para el
año 2000, Sherman deja claro que el travestismo y la ironía profunda serían sus
grandes temas, fundamentados en su relación con la figura y la psique de la
mujer. Las imágenes de payasos que utiliza desde el comienzo del nuevo siglo y
hasta la mitad de la primera década del siglo XXI resultan agresivas y
espeluznantes hasta el punto de parecer peligrosas. Su exagerado maquillaje en
colores primarios coincide con miradas de auténtica malevolencia. Dicha
aspereza domina su trabajo de la pasada década, decidido a atacar de modo
implacable la dignidad de la mujer. Se trata de una misoginia de un tipo
extraño, perpetuada por una mujer que aparentemente duda del valor de las
mujeres.
Cindy se ríe de la ansiedad de la mujer provocada
al reconocerse como un objeto que ya no resulta atractivo al hombre. El
grotesco maquillaje distribuido en gruesas capas la convierten en una
caricatura aparentemente quemada por el sol, que llega al extremo de resultar
irreconocible.
Contexto histórico.
La época en la que Sherman se dio a
conocer como fotógrafa había muchas mujeres artistas cuyo trabajo respondía a
la mirada lasciva de un público masculino. La artista neoyorquina de
performance, Hannah Wilke, era un peso pesado durante este periodo, a
menudo posaba desnuda y disfrutaba abiertamente de su atractivo erótico.
Resultaba en parte un personaje voluntarioso y en parte una verdad física. Al
contrario que el exhibicionismo de Wilke, que empleaba el desnudo como una
liberación, Sherman ha sido siempre una artista del ocultamiento,
disfrazándose desde mediados de los setenta para emular fantasías pop. El
desnudo no formaba parte de su trabajo a pesar de que en los años
ochenta, tras los éxitos de sus fotogramas, adoptó en sus fotografías
pechos sintéticos y vulvas artificiales que añadían un divertimento vicioso a
la fantasía masculina.
Durante los años setenta, Sherman jugó un
papel preponderante en la reestructuración feminista del cuerpo, movimiento
originado y mantenido por las mujeres. Esta generación creía que “lo personal
es político” y los artistas de performance, en su mayoría mujeres, se
apropiaron de este axioma y lo transformaron, a la vista de sus logros, en algo
asombrosamente real basado en la disforia existente entre los sexos. La
propia Sherman, especialmente en sus comienzos, creó infinidad de personajes
con los que quedar apabullado por la cantidad de rostros y cuerpos que era
capaz de construir usando su propio cuerpo. Su importancia como artista
reside en este apabullamiento. En su deliberado intento de revelar la
naturaleza interpretativa de la psique femenina, Sherman adquiere
múltiples y variados rostros. Los seres que emergen de sus brillantes
transformaciones pertenecen al glamour de la industria cinematográfica de los
años 30 y 40, cuando la belleza femenina era la clave para vender entradas.
La colección de
fotogramas de Sherman implica, de un modo bastante obvio, una redirección
imaginaria de la mujer en una sociedad gobernada por hombres. Sorprendentemente
y de un modo muy efectivo, mantiene el decoro en los fotogramas de pequeñas
dimensiones por los que es más conocida. Pero la modestia tiene un precio. La
artista interpreta a su género de modo que llama la atención sobre el papel
subordinado de la mujer.
A partir de los años ochenta Sherman
evoluciona como “fotografista”. La conciencia de la subordinación se convierte
en impulso para una serie de fotografías cuyo contenido destila una rabia
abrumadora, como si la imagen encantadora que adoptó en sus primeros trabajos
quisiera vengarse de la acusación de que las mujeres interpretan su femineidad
para agradar a los hombres.
Sherman apunta el
ojo y el dedo (¿en el gatillo?) hacia el imaginario y la iconicidad provistos
por la cultura estadounidense en los últimos 35 años.
Influencias artísticas.
Desde un
principio trabaja realizando series. Los dos antecedentes más importantes datan
de 1975 y son Bus
Riders (Pasajeros
de autobús) y Murder
Mistery People (Sospechosos
criminales) donde la autora se personifica como los supuestos protagonistas de
un crimen o como los usuarios del transporte público en Buffalo (Nueva York).
En estas primeras series existen resonancias al trabajo de otras artistas de la
misma época como Suzy Lake,
a quien Sherman cita como una influencia directa.
Suzy Lake, On
Stage. Uso de disfraces, maquillaje y accesorios, Lake crea
auto-retratos para la cámara, a menudo asumiendo nuevas identidades.
También figuran
entre las inspiradoras y precursoras de Sherman fotógrafas como Eleanor Antin o Hanna Wilke. En ese mismo año Cindy realiza su trabajo A Play of Selves, una “alegoría melodramática contada a
través de 244 recortes de distintos personajes que interaccionan unos con
otros.” Es un primer atisbo del contenido narrativo que habría de impregnar su
obra en el futuro.
Cindy Sherman. A Play of Selves. 1975
Existen otros
precedentes de Sherman de importancia: la obra surrealista de Claude Cahun, el Scherzo di Follia de Pierre-Louis
Pierson o las
transfiguraciones de Marcel Duchamp como Rrose Sélavy fotografiado
por Man Ray.
Marcel Duchamp
como Rrose Selavy (fotografiado por Man Ray).
Técnicas empleadas.
En 1980 realiza
Proyecciones de diapositivas delante de las que desfila.
En
las fotografías de Sherman todo es "creado", manufacturado, nada es
espontáneo. No se trata, en su caso, de atrapar personalidades, ni de capturar
momentos, sino de la creación meditada de imágenes, tras las cuales podemos por
supuesto, encontrar al personaje de la vida real que le corresponde. Siendo su
propia modelo durante más de cuatro décadas, esta artista
es audaz cuando se trata de
integrar y desintegrar la realidad. Ella misma se maquilla, se viste, se peina,
crea el escenario deseado y toma la fotografía.
Sherman
explora su propia identidad a través de la caracterización de un sinfín de
personas. Reconoce en una entrevista que durante los años sesenta y setenta, que
siendo adolescente, estaba obsesionada por la apariencia. Vestirse, cambiarse y
transformarse de personaje en personaje no era tanto una forma de escapar de la
realidad, sino de ofrecer al otro la opción de una nueva posibilidad de
aceptarla.
Más
que detenernos en la técnica o en el contenido de las imagenes, la obra de
Sherman nos hace pensar en las posibilidades de la apariencia, en la capacidad
de hacernos pasar por algo, o por alguien.
En
su tránsito de caracterizar diversas personas, Sherman crea imágenes a partir
de las cuales inventa personas, pero al mismo tiempo se reinventa a sí misma.
Sus
fotografías son construidas minuciosamente a partir de todo aquello que se
exhibe en los medios en el mundo contemporáneo y ello me lleva a reflexionar en
lo siguiente: Tenemos al alcance suficientes medios para construirnos, para
representarnos, para caracterizar e incluso protagonizar lo que no somos, lo
que queremos aparentar, lo que deseamos hacer parecer. Podemos modificarnos y
transformar nuestra propia imagen a placer. Este ejercicio nos lleva a
cuestionarnos quiénes somos y qué permanece de lo que representamos... nos
invita a reconocer las fuerzas contradictorias dentro de cada uno de nosotros.
Podemos ser lo que queramos, podemos parecer lo que se nos antoje. Podemos
incluso, transformarnos en un ideal.
Para
lograr esto, Sherman se vale de la complicidad de la fotografía. Poniendo
resistencia ante la interpretación, Sherman reconoce como constante en su obra
el análisis de los conceptos de identidad y género.
Pero Cindy Sherman no se queda sólo en el uso de su propia
figura como protagonista de su trabajo. Entre 1985 y 1990, muñecas, máscaras,
maniquíes, figuras humanas y ambientes arreglados son algunos de los elementos
requeridos por la artista para realizar sus fotografías. A la vez, experimenta
con varias técnicas de distorsión, desenfoque, sobre-exposición e incluso
raspado de los negativos sensibilizados con gelatina de bromo-plata, además de
utilizar iluminaciones muy llamativas, rojos, azules, colores vibrantes, con
imágenes desagradables.
Cabe destacar que el trabajo de la fotógrafa
estadounidense se basa en la muestra de figuras estáticas, captando la acción,
otorgándole importancia al momento. Así nos hace una invitación a imaginar, a
que sea nuestra mente la que construya una historia de las imágenes que vemos,
rasgo que se acentúa aún más en el hecho de que Sherman no le pone título a sus
fotografías.
Breve historia de las técnicas empleadas.
Desde
que la fotografía se convierte en un nuevo medio de expresión abre un
abanico de posibilidades plásticas que la convierten en una manifestación
más del arte contemporáneo. El arte de la fotografía tiene puntos de contacto
con la pintura y otras expresiones plásticas. La fotografía utiliza la luz como
elemento de composición y como elemento dinamizador de la imagen; la fotografía
cuida, como la pintura, ángulos y ejes de visión en sus composiciones. Juega
con elementos expresivos, que a veces tienen que ver con la propia figura
reproducida y a veces con los propios recursos estéticos de la
imagen. Se estudia la profundidad de campo como engaño perspectivo, y hasta el grano de la fotografía recuerda las
calidades del trazo pictórico. Igualmente la difuminación de la imagen o por el
contrario su especial nitidez, también establece un diálogo con la mirada de
espectador como pueda hacerlo la técnica pictórica según prevalezca la línea o
la mancha de color. La tonalidad y el cromatismo también tienen su espacio en
el arte de la fotografía, aunque es la foto en blanco y negro la que mantiene
un papel predominante entre los grandes fotógrafos, que aprovechan esas
calidades de expresividad y contrastes lumínicos que ese género explota con
ninguno.
En este ámbito de la fotografía artística, el S.
XIX y sobre todo el S. XX han sido generosos en la cantidad y calidad de sus
artistas, y entre todos ellos, como una de las figuras más sobresalientes por
su capacidad técnica y su variedad de recursos ese halla Cindy Sherman.
Sus primeras fotografías, las que se encuadran en su primera etapa son en su
mayoría retratos en blanco y negro de mujeres que se convierten en “íconos-pretexto"
con los que denunciar la condición social de la mujer.
Es su fase más irónica y divertida, y las fotos de esta época
desarrollan sus innovaciones formales mostrándolas sobre un sustrato clásico en
el tratamiento de la luz y la claridad de la imagen. Muy diferentes de las que
caracterizarán las etapas siguientes, mucho más agresivas y siniestras en los
temas iconográficos y también mucho más rupturistas en su tratamiento formal,
con luces duras y colores muy contrastados casi irreales; una nitidez
detallista y chocante en el espectador.
Repercusión en el público.
Cindy Sherman ha
sido una de las fotógrafas más respetadas del siglo XX. La mayoría de sus
fotografías son imágenes de ella aunque no son autorretratos. Sherman se
utiliza a sí misma como un vehículo para una variedad de temas del mundo
moderno: el papel de la mujer, el papel del artista y muchos más. A través de
una serie de diferentes obras, ha planteado difíciles e importantes preguntas
sobre el papel y la representación de las mujeres en la sociedad, los medios de
comunicación y la naturaleza de la creación del arte.
Durante más de 35
años de carrera ha explorado los estereotipos y la cultura estadounidense desde
una óptica femenina.
Haciéndose pasar
por un sinfín de personajes, examinan la construcción de la identidad, la
naturaleza de la representación y el artificio de la fotografía. Para crear sus
imágenes, asume las múltiples funciones de fotógrafo, modelo, maquilladora,
peluquera y estilista.
Ya sea
interpretando a una joven profesional, una rubia explosiva, una víctima de la
moda, un payaso, o una dama de sociedad de cierta edad, esta implacable y
aventurera artista ha creado un cuerpo de obra elocuente y provocador, que
resuena profundamente en nuestra cultura visual.
En la serie “Sin
título” personificó estereotipos femeninos: la mujer abandonada, la chica
universitaria, la mujer perdida, la prostituta, la manipuladora, la golpeada.
A partir de este
proyecto, la fotógrafa mostrará en sus series una gran atención por la imagen
social de la mujer.
Luego en la serie
Centerfolds Sherman muestra a la mujer víctima del abuso sexual, el abandono de
la pareja, la violencia psicológica y/o doméstica.
Nos enfrentamos a
la mujer angustiada, sentada en una cama atemorizada y que parece preguntarse
cómo salir de la trampa que la acordona.
A pesar de su potencia visual y conceptual,
las fotografías no gustaron a Ingrid Sischy, editora de la revista Artforum,
quien se negó a publicarlas.
Entre 1982 y 1984
Cindy trabaja series pequeñas donde comienza a explorar temas relacionados con
la sexualidad en Pink Robe. Anticipan es la tormenta que habría de llegar con
los estratos más angustiosos en la vida de Sherman.
La falta de
reconocimiento y su reciente matrimonio con Michel Auder impulsan en Sherman la
creación de una serie distinta, donde iniciaría su adopción del grotesquismo,
fundamental para mostrar un mundo violento, una esfera de pesadilla que revela
la intimidad del alma de Cindy y los demonios shermaniacos. Si Nan Goldin había
abierto las puertas de la itimidad sexual, Sherman lo haría de su propia
intimidad psicológica.
En Fairy Tales
comienza una experimentación con las prótesis como un recurso adicional para la
caracterización de personajes.
Disasters es una
provocación brutal al espectador. Muchos visitantes de las exposiciones de
Sherman en museos terminan en estado de choque ante estas imágenes terribles de
vómito, podredumbre, reflejos, desmembramiento.Son claras proyecciones de las
congojas de la autora con zozobras y delirios.
Ante este
segmento en la obra de la estadounidense los horrorizados visitantes de las
retrospectivas de Cindy Sherman olvidan (o desconocen) que “la contemplación de
la obra de arte es siempre angustiante.”
Para descanso del
público Sherman dejó atrás horror, sexo y maniquíes y retornó a la exploración
de los estereotipos femeninos en Hollywoods / Hampton Types. Esta serie enfoca
los estereotipos de la mujer de clase media alta, la deportista o la
Dolly-Parton-local y marca una madurez peculiar en la carrera de Sherman.
En su siguiente
etapa con la serie “Clowns” (2003-2004), Sherman usa como efigie central al
payaso, figura provocadora de miedos y espantos que, en ocasiones, acobardan
más que entretener. El grotesquismo ahora no está en el terreno de la
violencia, el horror o la pornografía, sino más bien en el kitsch.
Sherman ha sido
identificada como una artista de empeños feministas, pero más bien pareciera
que examina a fondo la causa femenina y la búsqueda por la dignidad de la
mujer. “Aunque yo nunca he pensado en dar un toque feminista o político a mi
trabajo, todo él está marcado por mis observaciones como una mujer en esta
cultura”.
Cindy muestra a la mujer escrutada por los
hombres, examinada a través de los ojos de la propia mujer donde el estereotipo
es una proyección/identificación según la naturaleza del observador. En las
dualidades víctima/victimario, cazador/presa, actividad/pasividad Sherman
explora la feminidad y su identidad mediante un conjunto de realidades y
estereotipos. La obra de Cindy pareciera ser una gran fotografía de la mujer
estadounidense en los últimos 35 años.
La colección de
fotogramas de Sherman implica, de un modo bastante obvio, una redirección
imaginaria de la mujer en una sociedad gobernada por hombres. La artista
interpreta a su género de modo que llama la atención sobre el papel subordinado
de la mujer. A partir de los años ochenta Sherman evoluciona como
“fotografista”. La conciencia de la subordinación se convierte en impulso para
una serie de fotografías cuyo contenido destila una rabia abrumadora, como si
la imagen encantadora que adoptó en sus primeros trabajos quisiera vengarse de
la acusación de que las mujeres interpretan su femineidad para agradar a los
hombres.
Movimiento al que
perteneció.
Sherman trabaja en
series, y cada una es autónoma y coherente internamente. Sin embargo, hay temas
que se han repetido a lo largo de su carrera, como el cine y el performance, el
horror y lo grotesco, el mito, el carnaval y los cuentos de hadas, el género y
la identidad de clase.
Es
además una de las representantes más importantes de la fotografía de posguerra
en Nueva York, exhibió más de tres décadas de trabajo en el Museo de Arte
Moderno de Nueva York (MoMA).
Los
fotogramas de Sherman son una hibridación entre tableaux vivants y performances. La artista parece aglutinar
en un solo cuadro las aspiraciones pictorialistas decimonónicas, las
vanguardias y el postmodernismo en cada una de sus fotografías.
Si Julia Margaret
Cameron había plasmado en sus tableaux vivants alegorías de la literatura y la
mitología, Sherman lo hace de la pulp fiction y las películas de clase B.
Las exploraciones
artísticas de la década de 1960 como el body art y la performance aparecen en
el cuadro shermaniano: en cada fotografía se desarrolla una historia donde la
propia artista se ha caracterizado con maquillaje y vestido. Sherman usa su
propio cuerpo como auténtico escenario.
Hubo dos tendencias que se destacaron que, si bien tenían
planteamientos diversos, compartían el mismo gusto por la imagen que las
vanguardias conceptualistas habían desterrado.
Una de ellas fue
la transvanguardia, encabezada
por Bonito Oliva como sostén intelectual. Consideraba que el retorno al gesto
artístico, a la no experimentación y al rechazo por el estilo estaban
sostenidos por una teoría: la Historia del Arte se había convertido en un
ready-made.
La segunda fue el neoconceptualismo que, al igual que el conceptualismo,
compartía la tendencia a concentrarse en la idea, en el concepto, pero, a
diferencia de éste, le interesaba también la obra, que cuestionaba y nacía a
partir del discurso de los mass media. Retomaron el espíritu conceptualista,
pero reflexionando desde y sobre lo social.
Una vertiente de
dicho movimiento fue el apropiacionismo integrado por una generación de
artistas que nació en una época tecnológica en la que el control de las
imágenes era confiado a la máquina y para cual el mundo estaba sometido a
procesos de reproducción. El conocimiento y la mirada ya no tenían un mundo
real ni sus componentes emocionales como referencia. Su modelo era el mundo
reproducido fílmicamente, fotográficamente, etc. La imagen sólo existía en
función de su doble o remake. No se trataba tanto de sustituir la realidad por
su representación sino de rehacerla, recrear un simulacro, en el sentido de que
cada imagen y cada procedimiento pasaba a ser un espejo del mismo procedimiento
y de la misma imagen. De aquí deriva el recurso de los temas y los
procedimientos de los mass media, así como la identificación con las actitudes
y los temas del arte pop aunque desde una posición reflexiva, irónica y de
denuncia.
Así podemos separar
la enorme diferencia entre su primer trabajo y sus últimos esfuerzos. A pesar
de la astucia evidente con la que Sherman interpreta el papel protagonista en
sus primeras colecciones de fotogramas, éstos contienen la inocencia de la
juventud; es joven y atractiva, así que las fotografías que toma de sí misma
agradan desde el punto de vista erótico y al mismo tiempo, de manera implícita,
resultan edificantes. Como mucho del trabajo de Sherman, muchos críticos
encuentran la serie al mismo tiempo molesta y divertida.
Fotógrafos
y artistas influenciados por su obra.
Sherman
se ha incrustado en el imaginario popular donde abundan homenajes y copias tan
descaradas como naífs (del francés naïf, 'ingenuo'). Una ironía
adicional: las fotografías de Sherman (especialmente Untitled,
Rearscreen o Centerfolds) apuntan a la apropiación de los
imaginarios e iconicidades de la cultura popular estadounidense que a su vez
son tomados prestados.
Kelly
Witmer. Autorretrato como Cindy Sherman
Pero el público se ha
apropiado de Cindy, creando apropiaciones de la apropiación en un hecho
artístico de ida y vuelta.
John
Slone. Untitled Film Still 67. Tribute
Series, Cindy Sherman.
Además del público
apropiador, también existe un número muy importante de fotógrafos
contemporáneos cuyas obras hayan confluencia con Cindy Sherman: Yasumasa
Morimura, Niki S. Lee, Kimiko Yoshida, Gillian
Wearing,Tomoko Sawada, Noriko Yamaguchi y Aneta Grzeszykowska ha
trabajado con temas, estilos o técnicas similares.
Obra
actual.
En sus trabajos más recientes, los últimos
cinco años, vemos a una artista entrada en años que continúa agitando el
arquetipo de la mujer en sociedad. La idea de una belleza pasada, muerta en la
actualidad, aparece con frecuencia; la vulnerabilidad en muchas de sus
fotografías llega a ser repugnante.
Cindy muestra enojo, banalidad, cansancio, vejez. Ella pretende
representar una mitología risible del ser.
Cindy
se mofa del comportamiento adquirido por las mujeres ya que no es como si estuvieran genéticamente
preparadas para agradar.
Ella interpreta y personifica al mismo
tiempo el comportamiento de su género. Se trata de un teatro que llega a ser
tan auténtico que el realismo político surge dentro de la fotografía. No se
trata de la obviedad del arte de Sherman, sino de su contenido más profundo. De
hecho es algo que el espectador debe intuir, ya que el contexto nunca queda
claro. El enfado del que las fotografías de Sherman están imbuidas es mucho más
accesible, sin embargo es un efecto distante. La Sherman real se encuentra en
algún lugar entre la charlatanería de sus disfraces y la vulnerabilidad de sus
míticos personajes, alguien que pertenece claramente a los anales de la
historia del arte contemporáneo.
Sus fotografías
alcanzan valores de 20.000 a 50.000 dólares y encontramos sus obras en museos
como Tate Modern de Londres y MoMA de New York.
Referencias:
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Agustín Bazterrica. http://www.agustinabazterrica.com/2010/10/quien-es-cindy-sherman-analisis-de-su.html Consulta: 28-09-2014 / 22:34hs.
excelente
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